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La médica que hizo 11 años de ‘rural’ en las Farc – Proceso de Paz – Política

por Redacción BL
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La médica que hizo 11 años de 'rural' en las Farc - Proceso de Paz - Política


Durante unas prácticas profesionales en Cundinamarca, Laura Villa tuvo su primer contacto con la guerrilla.

Era el 2002 y estaba por terminar su carrera de medicina en la Universidad Nacional de Colombia; sin embargo, no volvió por el título, pues ingresó a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (Farc-EP).

Una década después, hizo parte de la delegación que negoció en La Habana el Acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera.

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Hoy, Laura se especializa en salud pública, luego de tramitar la ‘homologación’ de su tiempo como médica en el monte para poder recibir su diploma universitario, que obtuvo hace un par de años. Uno más de los procesos burocráticos del acuerdo de paz.

Nació con el nombre de Dilia Consuelo Fuertes, en Tunja (Boyacá), aunque la siguen llamando por su seudónimo de la vida guerrillera: Laura Villa.

Luego de firmarse los acuerdos, fue delegada para integrar el Consejo Nacional de Reincorporación (CNR), la instancia en la que confluyen Gobierno y Farc para gestionar el paso a la vida civil de los cerca de 13.000 excombatientes de la organización.

Su formación en medicina y su trayectoria en este campo en las filas de la insurgencia le dan perspectivas y un buen margen de maniobra para tratar las problemáticas de quienes firmaron de la paz.

“Yo entré a las Farc porque quería cambiar muchas cosas y porque me convencí de que la vía armada era la única forma de hacerlo”, le dijo en La Habana a la periodista María Jimena Duzán, en una de las primeras entrevistas que se hicieron cuando apenas se iniciaban los diálogos y había mucho escepticismo sobre la voluntad pacifista de la insurgencia.

La entrevista, publicada en la revista Semana en diciembre del 2013, generó un desencuentro entre ambas. Duzán le preguntó sobre “actos terroristas”, la práctica del secuestro y el “machismo de las Farc”, entre otros temas de la guerra. Tras la publicación, Laura se sintió tergiversada y así lo replicó en una carta enviada a la revista.

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En la misiva, señaló a la reportera de convertir sus palabras en “falacias atiborradas de fragmentos sacados del discurso con las pinzas de la mala intención”. Pero la desavenencia quedó en el pasado y ambas se reencontraron gentilmente en el 2019 con ocasión del programa Semana en Vivo, dirigido por Duzán y al que Villa asistió como invitada para hablar de la reincorporación. Cosas de la paz.

En la guerrilla, Dilia se transformó en Laura Villa y no solo mantuvo intacta su vocación médica, sino que la sintió más humana que nunca. Atendió heridos, dio instrucción en salud y manejó los “hospitales” que en medio de la selva levantaron las hoy extintas Farc-EP.

Entré a las Farc porque quería cambiar muchas cosas y porque me convencí de que la vía armada era la única forma de hacerlo

Los diálogos del Caguán se habían roto en el 2002 y desde entonces sobrevino una intensificación de la guerra que se tradujo en bajas de ambas partes. Jorge Briceño (el ‘Mono Jojoy’), entonces comandante del Bloque Oriental –al que pertenecía Laura–, ordenó la construcción y dotación de centros médicos para atender el abundante número de heridos.

“Se construyó un sistema de atención propio para solucionar las necesidades más apremiantes en salud”, recuerda Laura. Todo el personal fue capacitado por ella. “Nos dictaron un curso con una médica, Laura Villa, cirujana de la universidad. Fue nuestra profesora, por cierto, muy distinguida, muy amable, muy sencilla. De ella pudimos aprender mucho”, expresó Libardo González, quien se desempeñó como médico del tercer frente de las Farc, en una entrevista para un medio nacional, en 2016.

El sistema incluía médicos, enfermeros y odontólogos, con las limitaciones propias de la guerra y la clandestinidad, pero con una atención que extrañan hoy los exguerrilleros en reincorporación.

Para cualquier tipo de consulta, ahora están sometidos a todos los trámites que exigen las EPS, surgidas de la Ley 100, mientras que en la insurgencia los atendían de inmediato.

Según el Registro Nacional de Reincorporación, practicado por el CNR, el 10,6 por ciento de los excombatientes están en condición de discapacidad (aproximadamente 1.300 personas), por mutilaciones, paraplejias, limitaciones sensoriales, causadas principalmente por lesiones ocasionadas durante combates, emboscadas o asaltos.

Esa es una de las mayores preocupaciones de Laura en su labor en el CNR. Pese a que los acuerdos hablan de establecer un sistema especial para “enfermedades de alto costo y para la rehabilitación de lesiones derivadas del conflicto”, este es uno de los múltiples puntos que sigue sin implementarse.

Laura Villa y su equipo no se han quedado con los brazos cruzados y han gestionado el respaldo de otros países.

Así, gracias al apoyo del Comité Internacional de la Cruz Roja, se han atendido a más de 120 exguerrilleros en varias regiones, según un informe del componente Farc del CNR, de 2019. Esa atención incluye la dotación de prótesis y sillas de ruedas a quienes lo requieran.

Homologación de saberes

En el marco del proceso de reincorporación se puso en marcha un proyecto auspiciado por la Cruz Roja Noruega, la Cruz Roja Colombiana y el Servicio Nacional de Aprendizaje (Sena) dirigido a validar los conocimientos que poseen algunos de los excombatientes en el campo de la salud.

“Los 52 años de trayectoria en la guerra generaron muchos saberes en los exguerrilleros. Así iniciamos todo un proceso de homologación de saberes”, explica Laura.

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Como parte de esta iniciativa, 159 personas convalidaron sus conocimientos empíricos adquiridos en el monte y ahora pueden desempeñarse laboralmente en el sector salud. Y hoy son técnicos en cinco áreas: enfermería, salud oral, salud pública, servicios administrativos y servicios farmacéuticos.

“Son personas que tienen unos aprendizajes y unos conocimientos en medicina, odontología, traumas, enfermería, y nuestro compromiso es establecer un plan de formación para complementar sus competencias y certificarlos”, señala Victoria Lema, capacitadora de la Cruz Roja.

Desde el componente Farc del CNR se propuso que el Estado colombiano los incorporara a los sistemas de salud municipales para que ayudaran a atender la emergencia sanitaria generada por la pandemia del coronavirus.

Un proceso similar se llevó a cabo en Antioquia. Allí, con participación de la Gobernación, 85 excombatientes se certificaron como “promotores rurales de salud y vida por la paz” durante la administración pasada.

Esta iniciativa vinculó a la Secretaría de Salud, al Sena y a la Universidad de Antioquia, que, con recursos del Reino de Suecia, capacitaron durante tres meses a exguerrilleros que hicieron dejación de armas en tierras antioqueñas.

“Nadie como ellos conoce estas selvas. Cuando estuvieron en el conflicto trabajaron como enfermeras, auxiliaron heridos, hicieron cuidados primarios. Ahora quieren servir a las comunidades”, dice Luis Óscar Úsuga, excomandante guerrillero en esa región, con el seudónimo de Isaías Trujillo.

“Se espera que los capacitados durante el programa puedan acompañar misiones médicas en la atención de poblaciones cercanas que han sido afectadas por el conflicto o aquellas que se encuentran en zonas de difícil acceso. De esa manera se contribuirá al proceso de reincorporación y reconciliación”, escribió Elizabeth Yarce, de la Misión de Verificación de las Naciones Unidas, sobre esta iniciativa.

Cuando estuvieron en el conflicto trabajaron como enfermeras, auxiliaron heridos, hicieron cuidados primarios

Los hijos de la paz

Otras de las novedades que la paz ha traído para la guerrillerada, incluyendo a Laura, es la maternidad. La organización tenía prohibido tener bebés por las obvias condiciones de la guerra.

Pero con la paz, la situación cambió: “Ya no es problema poder tener nuestras familias, se nos permite eso; la vida y la paz nos permiten eso. Esta es una forma de demostrarle al mundo que no estamos interesados en la guerra sino en la paz”, dijo un exguerrillero a El Colombiano, sobre los nacimientos que se empezaron a dar en la comunidad fariana desde la firma del cese del fuego en el 2016.

Según cálculos del CNR, en los últimos cinco años han nacido aproximadamente 750 menores de familias en proceso de reincorporación. Son los “hijos de la paz”, entre ellos la hija de Laura, de cuatro años, que hoy pasa los días jugando cerca de su madre, mientras ella asiste a las varias teleconferencias diarias en las que atiende las labores del proceso de reincorporación desde su casa en Bogotá.

Ella es la exguerrillera Laura, o la doctora Dilia, dos identidades pero la misma persona que sigue apasionada con la salud, ahora desde la trinchera de la paz.

CAMILO RUEDA NAVARRO
PARA EL TIEMPOTexto producido en el Taller Distrital de Crónica, de Idartes, que dirige el escritor Sergio Ocampo Madrid.

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