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la tecnología para el posconfinamiento

por Redacción BL
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Un ciudadano coreano pasea protegido por las calles de Seúl.


La pandemia del covid-19 no solo quedará plasmada en los libros de Historia como la crisis sanitaria que paralizó medio mundo, sino también como la primera contenida con la ayuda de la tecnología móvil. En otros países ya han funcionado apps y estudios de movilidad que ahora empiezan a aplicarse en España. ¿Qué camino deberá seguirse cuando cese el confinamiento?

Abrumados por la envergadura de la emergencia, el debate actual se centra en como atajar la crisis, el ahora más inmediato. Pero a medida que la vida regrese a la “normalidad” se abrirá un complejo debate ético y legal sobre la aplicación social de medidas tecnológicas para controlar la pandemia y evitar nuevos brotes. ¿Hacia dónde vamos?

El escenario posconfinamiento aún es difuso para los proyectos impulsados en el Estado. “Cuando acabe el estado de emergencia los datos de las apps de autodiagnóstico se eliminarán, no van más allá”, explican a EL PERIÓDICO fuentes del Gobierno conocedoras del tema. No queda tan claro con el proyecto de movilidad, que sirve con base legal para registros estadísticos que pueden ayudar a tomar mejores decisiones públicas para controlar la pandemia. Fuentes de la Generalitat Valenciana, impulsora de esa idea, explican que “confían poder continuar operando” cuando la tormenta amaine para hacer un seguimiento de la reapertura del país.

REFERENTES ASIÁTICOS

¿Se desarrollarán nuevas herramientas tecnológicas para evitar un rebrote? Los únicos referentes son de los países que ya han superado el pico de contagios. En la carrera tecnológica internacional para frenar la pandemia, la app que más ha llamado la atención ha sido la de Singapur. En lugar del GPS del móvil o del registro de antenas, la iniciativa del gobierno, TraceTogether, se sirve del Bluetooth para localizar focos de contagio, como si fuese un radar. De forma cifrada, los móviles con esa app recolectan datos de los móviles con los que se cruzan. Así, si alguien enferma puede ceder esos datos al Gobierno para que avise y aísle a las personas con las que ha estado en contacto anteriormente. Todo manteniendo la privacidad del usuario.

Singapur tiene una de las tasas de infectados y muertes más bajas del mundo. Aunque su gobierno ha pedido muchas más descargas para que la app sea “efectiva”, su modelo se ve como un referente. También el de Corea del Sur, parecido, pero donde las apps son privadas y el Ejecutivo no pide permiso a los ciudadanos para rastrearlos individualmente, desde su GPS a su tarjeta de crédito, y exponer públicamente sus vidas.

Sin embargo, el debate que puede abrir en España la introducción de una versión similar cuando acabe el confinamiento es difícil de prever. Fuentes del Gobierno confirman que “de momento” se descarta el uso de una tecnología similar. Alemania, el Reino Unido e Italia están estudiando la aplicación de variantes de ese modelo.

Así pues, ¿cómo se procederá en la etapa posconfinamiento? Oriol Mitjà, infectólogo y asesor de la OMS, llama a la creación de un “DNI vírico”, una app que se sirva de la geolocalización del móvil para rastrear si el usuario ha estado en contacto con un infectado y a partir de ahí decretar nuevos confinamientos. Antes, toda la población debería hacerse un test para que el Gobierno conociese el estatus clínico de cada ciudadano.

AMENAZA FUTURA

Del reconocimiento facial chino al registro individual surcoreano, desde Asia llegan modelos que para Europa son aún una distopía orwelliana. Como señala el filósofo surcoreano Byung-Chul Han, los asiáticos tienen una mentalidad autoritaria, más obediente que los europeos, algo que explica la poca conciencia crítica sobre la protección de la privacidad frente a la vigilancia digital de esos países.

Además, la crisis puede reforzar el modelo de Estado policial digital de Pekín. Varios expertos temen que la rebaja de estándares durante la emergencia pueda permear en el futuro para convertirse en norma. “El problema llegará si después de la crisis los gobiernos europeos, distinguidos por su respecto con el trato de los datos, pasan a ver esos derechos de protección como obstáculos que dificultan la toma de decisiones ejecutivas”, advierte Enric Luján, profesor de Ciencias Políticas de la UB. Desde el Gobierno se insiste en que toda acción respetará la normativa europea.

Sea cual sea el camino elegido, parece claro que habrá un período de transición en el que se establecerán medidas de control preventivas que cambiarán los parámetros actuales. Ramon Miralles, experto en privacidad y ciberseguridad de Ecix Group, entiende que las actuales medidas tecnológicas públicas están legitimadas y ve inviable que Europa exporte un modelo asiático “desproporcionado”. Sin embargo, también remarca que después de la pandemia “sufriremos otro retroceso” de vigilancia digital. “Aceptaremos ceder parte de nuestra privacidad a cambio de sanidad”, explica.

En más de una ocasión, las crisis de emergencia nacional han servido como pretexto para que gobiernos neoliberales impongan medidas restrictivas e impopulares, lo que Naomi Klein denominó “Doctrina del Shock”. Con el precedente del espionaje masivo desatado en Estados Unidos tras los atentados del 11-S por la administración Bush aún fresco, los expertos remarcan la necesidad de poner en cuarentena, bajo escrutinio, todas esas iniciativas para garantizar que la innovación tecnológica sirve al bienestar común y abrir un debate transparente para ganarse la confianza de la ciudadanía.

Aún así, también advierten de los recelos infundados con los métodos más rigurosos. Los datos que ahora se utilizan para mitigar la propagación de la pandemia que ha paralizado a medio mundo son, de hecho, los mismos que desde hace años cedemos despreocupadamente a las decenas de apps que acumulamos en nuestro móvil.



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