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Otro ISS a la vista: un análisis de un experto | Regiones | Economía

por Redacción BL
Reforma a la salud

Luego de un forzado y opaco trámite en la Cámara de Representantes, la reforma de salud llegó al Senado de la República para sus debates finales y eventual aprobación.

El Gobierno con el apoyo de ciertos grupos políticos avanza impávido con su apuesta, muy a pesar de que la academia, exministros de salud y tecnócratas,
organizaciones civiles, gremios y centros de pensamiento, asociaciones médicas y de pacientes, han advertido con datos en mano sobre los peligros de desmontar un sistema de seguridad social en salud, que aunque es cierto que requiere mejoras, ha logrado innegables avances en los últimos 30 años.

(Vea: Reforma de la salud aún no tiene aval fiscal). 

En el proyecto de ley 339 aprobado en la Cámara de Representantes se establece de forma explícita, que la Nueva EPS, en forma preferente, recibirá de toda EPS sus afiliados, cuando se liquiden o retiren, cuando sean incapaces de atenderlos o cuando no puedan entregarlos a otra entidad territorial, indicando con ello, que paulatinamente se irá conformando una gran entidad que se irá quedando con la mayoría de los afiliados del sistema de salud, algo así como un nuevo ‘ISS recargado’.

De hecho, sin que se haya aprobado todavía la reforma, el Gobierno parece avanzar en el propósito de poner a la Nueva EPS en el centro del tablero, acentuando la famosa crisis explícita de la que habló la exministra de salud en algún momento, mediante la retención no justificada del pago a las EPS de los Presupuestos Máximos desde 2021 por parte del Minsalud y de la ADRES según lo alertado por la Sala de Seguimiento a la Sentencia T-760 de la Corte Constitucional; en el sector hay quejas permanentes sobre un hostigamiento permanente a las administradoras por parte de la Supersalud; y más recientemente, los cambios de directivos en la Nueva EPS dejan pocas dudas acerca de la intensión de concentrar allí a la población, en la medida que las EPS vayan cayendo cual fichas de dominó, de acuerdo con la analogía utilizada por el mismo Presidente de la República hace unos meses.

Habrá pues en el mediano plazo una gran super EPS dominante bajo control estatal, sin competencia y con escaso control, hecho que hace recordar los fantasmas del antiguo Instituto de Seguros Sociales, el que una vez estuvo encargado de la salud de los trabajadores de las empresas privadas, y de sus familias, llegando a tener una cobertura de casi el 18% de la población colombiana antes de la reforma de salud de 1993.

(Vea: Detalles del borrador de resolución sobre financiación de los Equipos Básicos de Salud). 

El antiguo ISS, aunque es cierto que cumplió un papel clave en la atención de salud de los trabajadores, también es cierto que se convirtió en una entidad enorme y paquidérmica, incapaz de adaptarse a las exigencias del nuevo entorno de la seguridad social.

Arrastraba una pesada estructura burocrática y administrativa que le impidió en buena medida competir eficientemente. Y un dato importante: en la medida que más afiliados y enfermos tenía, más difícil le era gestionar la enorme cola de costos y de prestaciones de servicios, hasta que finalmente colapsó.

La historia del Seguro Social no puede dejarse de lado. Defensores de la actual reforma insisten en que lo que pasó con el Instituto no tiene nada que ver con el modelo que ahora se propone, que no se repetirán filas y pasillos hospitalarios llenos de gente gravemente enferma sin atender, y que no habrá problemas de pago, ni de corrupción, ni de falta de recursos, ni directivos destinando dineros inadecuadamente, ni politiquería. 

Reforma a la salud

FOTO: iStock

Pero eso es pensar con el deseo, porque debe advertirse que se corre verdadero riesgo de repetir la historia de pacientes desesperados buscando infructuosamente servicios a puertas de los CAPS, y de una ADRES incapaz de gestionar correctamente $90 billones o $100 billones, de pagar millones de facturas debidamente auditadas y de reemplazar los procesos y enormes estructuras administrativas que tienen las todas las EPS en su conjunto.

De acuerdo con estudios serios, la base de afiliados de una empresa que asegura salud debe guardar equilibrio con sus economías de escala, con la calidad del servicio, con los riesgos que cubre y su diversificación, con su estructura y capacidades administrativas, y con la regulación a la que responde.

Para que no se repita la historia del colapso del ISS, tanto los legisladores como el gobierno mismo deben evaluar los enormes riesgos de empujar el crecimiento desbordado de una entidad sin mayores previsiones, en este caso a la Nueva EPS, pues tendrá que responder a una intensa demanda de servicios de salud por parte de decenas de millones de pacientes en todo el territorio nacional.

Si antes sólo los trabajadores y las empresas privadas dependían de un incierto Instituto que atendía sólo a una porción de la población,
ahora se pretende todo un sistema centralizado que adopta sus métodos para atender la demanda de servicios de un país, adornado eso sí, por lo visto en estos meses, de floridos discursos y poca ejecución de los funcionarios públicos.

(Vea: Con o sin reformas, el presidente Petro avanzará en propuestas sociales). 

Esperemos que en el Senado de la República sí haya suficiente revisión e independencia, las que tristemente brillaron por su ausencia en los debates de la Cámara de Representantes, pues con esta reforma, así como está estructurada, daremos un salto al vacío en el que los usuarios perderán su capacidad de libre elección, de autogestión y muchos de sus derechos, para pasar a rogar por sus servicios ante enormes estructuras burocráticas centralizadas. Pero de eso hablaremos en otro análisis.

Francisco De Paula Gómez.
Experto en Seguridad Social y Salud Pública.

Fuente de la Noticia

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