Una de las cosas en la que prácticamente todo el mundo coincide es que la pandemia aceleró la tecnologización de la vida cotidiana en nuestra época, para descifrar la nueva normalidad hay que entender si este cambio es positivo o negativo. Todo con matices.
La pandemia nos dejó claro que el gran desarrollo tecnológico estaba listo para aplicarse a la totalidad de las actividades y este desarrollo, por alguna razón no había estado presente en la sociedad; es decir por un lado es evidente una aceleración del desarrollo, pero por otro, también se visualiza que había desarrollo tecnológico exclusivo para la clase más alta y que esta ha llegado a las clases medias; no solo las plataformas de videollamada, sino otras tecnologías de inteligencia artificial que se abrieron debido a la alta demanda a no solo los grandes emporios como Amazon sino también a medianas empresas en sus ventas en línea.
El debate de la tecnología tiene muchos matices. El primero es sobre la accesibilidad universal, ¿están listas las infraestructuras globales para que la tecnología y el beneficio que esta trae, pueda evidenciarse en las clases pobres?, mi respuesta es que no, y que esa debe ser una apuesta. Llevar los beneficios tecnológicos a todas las regiones globales, debe ser una apuesta de las grandes organizaciones. El segundo debate es sobre los datos personales; ante la inmersión de la tecnología en nuestra vida cotidiana, hay un grupo de la población que se resiste a ceder datos personales por un temor razonable de que esos datos puedan tener mal uso; de que llegue a las manos equivocadas y puedan robar nuestra identidad o nuestro dinero de las cuentas bancarias; la realidad es que esto ya sucedía antes de la pandemia. Tenemos un pendiente como sociedad para formarnos respecto al uso de nuestros datos personales; también en positivo pienso que la tecnologización de la vida cotidiana nos trajo una lección de nuestra vida: esta puede ser más fácil si cedemos algunos datos como nuestra dirección, las preferencias de nuestras compras y marcas, nuestros gustos, nuestras rutinas diarias, nuestro ritmo cardíaco, datos médicos o dietas. Esto siempre ante la amenaza sobre que las políticas de privacidad deben ser más fuertes: debemos tomar mucha mayor importancia en la protección de datos, en el diseño institucional, no solo una dirección del órgano garante en transparencia sino una infraestructura mucho mayor, incluso una sola institución para proteger datos, como el modelo español. Sin duda, uno de los retos mayores es cómo haremos que esos beneficios que obtenemos de ceder datos estén protegidos y que estos beneficios le lleguen a la mayoría de las personas, no sólo a quien pueda pagarlos.
Otro de los sectores que han sufrido directamente es el económico, ante esto las y los empresarios han tenido diferentes actitudes según la región del país que analicemos; por ejemplo hay estados en los que el sector empresarial ha ayudado a delinear la estrategia de reactivación económica y se ha sumado a campañas solidarias para llevar despensas a los que menos tienen o comprar insumos como cubrebocas. En otros lugares, han sido grupos de presión para reactivar la economía sin los protocolos necesarios; así se habla de reactivar ferias, eventos, conciertos o plazas comerciales. Es claro que es necesario reactivar la economía, tanto como establecer filtros sanitarios o controlar los contagios, sin embargo, la reactivación económica no pasa solo por volver a la normalidad y abrir los negocios sino por un papel más protagonista para exigir al gobierno apoyos fiscales, nuevo diseño de cobro de impuestos, redistribución, apoyo a las y los emprendedores o los grandes capitales utilizarlos para el desarrollo tecnológico. El último anuncio sobre la inversión de Slim en el desarrollo de la vacuna, es un ejemplo de cómo los grandes capitales sí pueden ser utilizados para la solución de los grandes problemas globales. Ahora ante la nueva normalidad, uno esperaría que se exija a estos grandes capitales la solución de estos grandes problemas globales como las muertes por hambruna.
Otro de los grandes comportamientos a observar del sector empresarial es la inmersión de productos nocivos para la salud al mercado global, cuestionar el papel de los grandes capitales en los niveles de obesidad, diabetes, hipertensión o tabaquismo de una sociedad. Esto también tiene que ver con el diseño de la sociedad global, no solo de los productos, pero me parece que la pandemia sí nos puede invitar a reflexionar sobre la importancia de un etiquetado claro global y universal y sobre el cobro de mayores impuestos a estas empresas; pero que esos impuestos se reflejen en un fondo nacional de inversión a infraestructura hospitalaria para prevenir y atender esos problemas con mayor efectividad, las cifras de muertes por Covid entre los países con mayores niveles de obesidad debe hacernos pensar sobre nuestro modelo de consumo pero también sobre el de producción. La responsabilidad social no debe ser un lujo o una estrategia de marketing sino una característica obligatoria de todas las empresas, eso sí sería una nueva normalidad.
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