En los últimos dos años se ha producido un boom en las ventas y el uso de los asistentes virtuales. Ya son millones de hogares los que cuentan con pequeños altavoces inteligentes como el Amazon Echo, el Google Home o el HomePod de Apple, sin mencionar la integración de los asistentes de voz como Siri, Alexa o el Asistente de Google en todos nuestros teléfonos, equipos informáticos o, incluso, auriculares de alta gama.
Los asistentes virtuales facilitan toda una serie de tareas sencillas que ahora tenemos disponibles al alcance de un simple comando de voz. Consultar la hora, el tiempo que hará mañana, el estado del tráfico o los resultados de fútbol es muy fácil y divertido gracias a esa sensación futurista de contar con una voz robótica en casa. Sin embargo, para que esos asistentes puedan operar, necesitan estar grabando los sonidos de nuestro hogar las veinticuatro horas y mantener una conexión estable a internet, lo que conlleva serios riesgos en materia de ciberseguridad.
El peligro de tener un micrófono en casa
Es importante recordar que los micrófonos de nuestros asistentes virtuales pueden ser utilizados para responder a nuestras preguntas… y para mucho más. Las empresas que operan estos asistentes –Amazon, Google, Apple– obtienen una gran parte de sus ingresos mediante la publicidad o la venta de productos, con lo que la información de nuestras consultas les resulta muy relevante para poder ofrecernos anuncios personalizados de acuerdo a nuestros intereses. La invasión a nuestra privacidad ya es seria de por sí considerando únicamente estas búsquedas, pero, además, hay muchas sospechas de que estos asistentes pueden grabarnos incluso sin que se lo solicitemos para poder captar las palabras clave de nuestras conversaciones personales.
Información personal a disposición de las empresas… y los hackers
Al contar con un asistente virtual en casa, estamos dejando la intimidad de nuestro hogar en manos de una gran corporación. Las empresas tecnológicas suelen argumentar que los perfiles de los datos grabados por sus asistentes son anónimos o que se encuentran guardados de forma segura, pero todas ellas cuentan con un largo historial de filtraciones y hackeos en el pasado. Sin ir más lejos, Facebook sufrió un hackeo que robó los datos de 50 millones de cuentas en 2018, y en 2020 sufrió otro que filtró la información de 250 millones de cuentas más. Y Facebook, como Apple o Amazon, utiliza la tecnología de reconocimiento de voz a través de los teléfonos para captar los intereses de sus usuarios.
La vulnerabilidad de nuestra red Wi-Fi
Los hackeos de la información de nuestros asistentes virtuales pueden producirse también desde el lado de los usuarios. Recordemos que los asistentes se conectan a la red Wi-Fi del hogar, con lo que, si nuestra red se ve comprometida, cualquier persona podrá acceder a los micrófonos de nuestro HomePod y escuchar nuestras conversaciones privadas. Para prevenir esto podemos utilizar contraseñas robustas para nuestra red Wi-Fi y, sobre todo, utilizar una VPN para encriptar nuestra conexión de forma segura. Si no has usado antes una VPN, prueba gratis una durante varios días para comprobar su funcionamiento y sus ventajas en materia de ciberseguridad.
Una tecnología en fase de aprendizaje
Otro de los problemas que presentan en la actualidad los asistentes virtuales pasa por la instancia tan temprana en que se encuentra la tecnología de reconocimiento de voz. Muchos usuarios se quejan de que sus asistentes no entienden adecuadamente sus palabras, con lo que no les resultan útiles para plantearles consultas complejas. Pagar 60 dólares para tener un altavoz que solo te dice la hora y no te entiende el resto de las veces no parece una buena inversión, especialmente considerando los riesgos que implica para tu privacidad. En este sentido, quizá sea más conveniente esperar a que la tecnología evolucione un poco más antes de hacerse con un asistente.
Problemas en materia dialectal
Por último, otra de las principales críticas que se le ha hecho a este tipo de asistentes virtuales es que su reconocimiento de voz parece centrado únicamente en las variantes estandarizadas de cada idioma, ignorando las demás. Las personas de las regiones periféricas de cada país, que hablan desde sus respectivos acentos, no pueden disfrutar adecuadamente de las características de sus asistentes porque no les reconocen sus formas de hablar. En el caso de España, este problema es recurrente para las personas de Andalucía y de Galicia, mientras que en América Latina lo sufren sobre todo las personas de Argentina, Uruguay, Paraguay y Chile.
