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Al entrenador de fútbol, oriundo de Buenaventura, Wilson Hurtado Mosquera, los habitantes de Los Calamares estaban acostumbrados a verlo todos los días en la cancha de fútbol en la sexta etapa de este barrio, rodeado de jóvenes futbolistas y en los entrenamientos diarios.
Vestía permanentemente suéteres y sudaderas deportivas, con los logos de la Liga de Fútbol de Bolívar y el Instituto de Deportes y Recreación de Bolívar, Iderbol.
El viernes a las 4 de la tarde, Hurtado cambiaba un cheque por $550 mil en el Centro Comercial Mall Plaza, producto de sus servicios como entrenador. Tenía en su poder otros tres cheques más por el mismo valor que debía entregar, sin cambiar, a compañeros que lo esperaban en la cancha de Los Calamares.
Habiendo obtenido el dinero, Hurtado se dirigió hacia donde lo esperaban sus colegas de las lides del fútbol. Nunca se percató que dos fleteros le seguían la pista, paso a paso.
A las cinco de la tarde cuando llegó hasta donde lo esperaban sus amigos, el entrenador de 53 años, fue interceptado por los nefastos amigos de lo ajeno.
Frente a la cancha de fútbol lo amenazaron. Hurtado reaccionó y agarró al maleante que le apuntaba con el arma, pero este, en su acto cobarde y criminal, le disparó en el estómago y un brazo. Seguidamente le arrancó el bolso con el dinero que había cobrado y los tres cheques, para huir con su compinche sin rumbo conocido.
Dejaron tendido al entrenador en el andén frente a la cancha que era su lugar de trabajo, cuyo cuerpo fue trasladado por vecinos y testigos hasta la Clínica San Juan de Dios donde falleció.
Persona muy querida
“Se encontró conmigo y me dijo que él le entregaba los cheques a sus compañeros. Él hacía parte del cuerpo técnico que participará en el campeonato infantil que se realizará en Barranquilla en agosto y por eso había una reunión el viernes a las 6 p. m. A esa hora entregaría los cheques”, explica Carlos Cortez, presidente de la Liga de Fútbol de Bolívar. Iderbol y esta liga preparan una despedida en las honras fúnebres de Hurtado.
Muy humilde
El entrenador vivía en un hogar muy humilde en Nelson Mandela con su mujer. “Él tiene hijos, pero no conmigo. No conozco a nadie de su familia. La familia de Wilson aquí soy yo”, señala la mujer. Por su parte Carlos Padilla amigo y colega lo recuerda como una gran persona.
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