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Coronavirus: El hombre que cuida que coronavirus no entre por el Guainía – Gobierno – Política

por Redacción BL
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Coronavirus: El hombre que cuida que coronavirus no entre por el Guainía - Gobierno - Política

En la que puede ser considerada como la última frontera de Colombia, o quizás la más extrema, un funcionario, casi que anónimo, de la Secretaría de Salud del Guainía, tiene una tarea vital de la que en el país casi nadie sabe. Él es el encargado de evitar que el  coronavirus se cuele por esa zona.

Su tarea la cumple armado de un tapabocas, una bata, guantes de látex y una pistola para medir la temperatura. Nadie lo acompaña, está solo.

Tiene la misión, de domingo a domingo, de permanecer atento a orillas del río Negro, frontera con Brasil y Venezuela, vigilando qué embarcación de se mueve sobre esas oscuras aguas y verificar que sus ocupantes no tengan síntomas del coronavirus.

Inicialmente, hasta la semana pasada el guardián fue Edwin Andrés Bustamante y esta semana, y al menos por los próximos 15 días, el encargado de esa misión es Ever Prado.

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Y el punto en donde cumplen su anónima tarea es La Guadalupe, un corregimiento del Guainía, ubicado en lo que se denomina la triple frontera, en la zona más oriental que tiene Colombia. Allí no hay Ejército ni Policía y muy de vez en cuando la Armada Nacional hace presencia, cuando el nivel del río lo permite.

El lugar es un caserío habitado solo por seis familias indígenas. La única autoridad nacional es un corregidor que tiene una pequeña oficina en el sitio. Su única arma es un teléfono celular, pero en caso de requerir ayuda, esta perfectamente puede durar días en llegar.

La energía eléctrica la consiguen gracias a una antena que tiene la telefónica Claro. Y conseguir la comida no es nada sencillo. Ni que decir una gaseosa o un pan fresco.

Para llegar a La Guadalupe, ubicada a más de 300 kilómetros en línea recta desde Puerto Inírida, primero hay que esperar que haya un vuelo militar hasta San Felipe (Guainía abajo) para que acerque al funcionario.



La Guadalupe está a más de 300 kilómetros de Puerto Inírida

Foto:

Ilustración para ELTIEMPO.COM

Desde allí hay que alquilar una lancha para que los lleve hasta el corregimiento en un recorrido que dura más de tres horas.

Cuando a Bustamante le encargaron la tarea lo primero que hizo fue alistar una maleta en la que además de algunas mudas de ropa incluyó hamaca, toldillo, comida en lata, algunos granos, linterna y la recomendación fue que llevara unas ollas y un plato. Y obviamente comida, sal y aceite.

Prado, quien ya completa su primera semana en el lugar se levanta a las 5 de la mañana y como no hay ducha, el baño debe hacerse en el río.

Sobre las 7 de la mañana toma su desayuno. Él hizo un acuerdo con el corregidor y se rotan el trabajo en la cocina.

Después de tomar los alimentos se sienta en la improvisada oficina que tiene, que no es otra cosa que una pequeña mesa con una silla plástica ubicadas bajo un árbol desde donde puede contemplar el río.

Bustamente es un auxiliar en salud experto en enfermedades transmitidas por bacterias y enfermedades tropicales. Prado es funcionario de la Unidad de Gestión del Riesgo de la Gobernación, con énfasis en enfermería.

El trabajo

Cuando una lancha pasa por el río se le hace señas para que entre al improvisado puerto. De inmediato Prado se pone su equipo de protección y siempre guardando una distancia prudencial, comienza con las preguntas de rigor.

De dónde vienen, para dónde van, si han tenido fiebre o tos seca. Si ve que no hay mayor riesgo los hace bañarse las manos y les advierte que si van para alguna comunidad deben someterse a aislamiento.

En su gran mayoría son indígenas y que generalmente la respuesta que le dan es que van a recoger algo unas pepas o que van de cacería. Claro que este martes llegaron varios nativos de una comunidad muy cercana a visitar a sus parientes.

De todas maneras, Prado tiene la instrucción de que si alguien presenta síntomas debe aislarlo inmediatamente y llamar a San Felipe para que manden una lancha para que lo recoja. Allí sí hay un pequeño centro médico.

Prado permanece pendiente del río hasta cuando empieza a oscurecer pues sabe que ya no pasarán más botes. Pone la silla sobre la mesa, guarda sus planillas y se va a coordinar con el corregidor para saber quién tiene que hacer la comida.
Después cuelga su hamaca con el toldillo y ve televisión un rato.

Hasta ahora no hay reportes de que alguien haya llegado por esta frontera con el coronavirus, ni siquiera hay casos reportados en el Guainía. Por eso, allí, en la mitad de la selva se están tomando muy en serio la protección. Y hay unos héroes anónimos, de los que muy poco se habla.

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