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De difícil adopción

por Redacción BL
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EN SEPTIEMBRE DE 2005 una llamada llenó de felicidad a los funcionarios de la oficina de adopciones del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, ICBF. Una familia estadounidense confirmó su decisión de adoptar a un pequeño de un año que nació sin brazos ni piernas y era considerado el caso más complejo entre los niños de difícil adopción que alberga el Instituto.

«Esa adopción fue un milagro -cuenta Beatriz Guzmán, ex directora del área-. Con ese caso nos dimos cuenta de que si él había tenido una oportunidad, a los demás también podíamos conseguirles un hogar».

Aleccionados por ese conmovedor episodio, los funcionarios de adopciones se pusieron como meta buscar, entre las 74 agencias internacionales dedicadas al tema que trabajan con el ICBF, familias interesadas en acoger a los niños de difícil adopción, que para entonces sumaban cerca de 5.000.

La respuesta de las agencias no se hizo esperar y a principios de 2006 una pareja de discapacitados alemanes inició el proceso para adoptar a una pequeña de cinco años con discapacidad severa. «Fue lo mejor que le pudo pasar porque ellos comprenden su situación y le ofrecen los mejores tratamientos -relata Guzmán-. Adaptaron la casa para que ella se moviera a sus anchas y cuando llegaron a recibirla, le traían una silla de ruedas de última tecnología».

Revolución interna

Casos como este continúan sucediendo, pero las cifras de niños de difícil adopción aún desbordan la capacidad del ICBF. A principios de este año había en los hogares 4.731 menores en estas condiciones.  «No solo los que tienen problemas físicos tienen dificultades para ser aceptados. Los que pasan de cinco años, los grupos de hermanos y algunos discriminados por su raza no encuentran fácilmente una familia -dice Elvira Forero, directora del ICBF-. Sin embargo, encontramos que muchos de ellos están sin familia por culpa nuestra, porque nos dimos por vencidos y dejamos de buscar, porque después de que cumplieron cinco años, los dejamos olvidados en los hogares».

Fue precisamente esta reflexión la que generó un cambio drástico en la Institución, que ha dado como resultado que 225 niños de difícil adopción, entre ellos una pequeña ciega, recibida por una familia de invidentes italianos, y tres hermanos chocoanos de nueve, siete y cinco años, hayan conseguido familia en 2007.

«Recorrimos todas las oficinas regionales sensibilizando a nuestros funcionarios, recordándoles los nombres de los niños, mostrándoles sus fotos y leyéndoles sus historias con el ánimo de que no los recuerden como números de expedientes y se interesen en conseguirles familias y agilizar los procesos», recalca Forero.

Pero si bien las familias extranjeras han respondido de forma masiva al llamado de las agencias para adoptar estos niños, en Colombia la respuesta es poca. Solo 13 han sido adoptados este año por colombianos, frente a 212 acogidos por familias extranjeras.

«Aunque en Colombia el tema de la adopción se ha desmitificado y hoy las familias ya no le ocultan a la sociedad ni a sus hijos esa condición, todavía existen  muchos reparos  en torno a la edad, la raza y las condiciones físicas de los  niños -comenta Ilvia Ruth Cárdenas, actual  directora de adopciones del ICBF-.

Las familias colombianas prefieren niños recién nacidos y en perfectas condiciones de salud».

A la labor del ICBF se han sumado no sólo las siete casas de adopción privadas que funcionan en el país, sino una ONG como Kidsave, que adelanta un programa tendiente a generar lazos entre las familias colombianas y extranjeras con niños entre los 9 y los 12 años, para lograr un proceso exitoso. «Los niños pasan vacaciones con las familias que quieren recibirlos. Si el contacto es bueno ellos regresan y sus familias comienzan los trámites de la adopción -cuenta Marta Eugenia Segura, directora de Kidsave-. Este mes enviaremos 79 niños de edades comprendidas entre los 9 y los 12 años a Estados Unidos para que convivan con familias que quieren ampararlos».

Bienestar y Kidsave pusieron en marcha este año en Colombia un programa parecido llamado Lazos de Familia, mediante el cual los niños comparten fines de semana con sus posibles padres adoptivos. «Es una manera de crear un clima de enamoramiento mutuo», agrega Forero, y concluye: «Buscamos que los colombianos entiendan que adoptar un niño mayor puede resultar tan satisfactorio como tener en los brazos un recién nacido.

FAMILIAS TRIPLE A

Luz Carmenza López, experta en casos de difícil adopción, explica las características que debe tener una familia que decida recibir a uno de estos niños.

– Tener un alto nivel de comprensión. No puede verlo como la suplantación del niño que no pudieron concebir. Debe aceptar su historia, sus defectos y sus traumas sin esperar más que formar una familia con él.

– Tener capacidad para adaptarse al niño. Muchas veces las familias esperan que el niño sea el que se adapte. Es necesario aceptar que los niños vienen de situaciones difíciles de abandono, maltrato y -en determinados casos- abusos de alto impacto emocional.

– Hay un factor desconocido y son los riesgos evolutivos. Estos aparecen en el pequeño con el pasar de los años y se manifiestan en rasgos de conducta o enfermedades congénitas. Tuvimos un niño que al llegar a Italia con su familia adoptiva, empezó a presentar episodios de epilepsia. La familia debe estar preparada para eso.

– Finalmente, la pareja debe ser consciente de que es la responsable directa de la adopción y que no puede exigir. El niño es el que exige. Esto es un acto de amor, no de caridad.

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