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Desempleados y contagiados con coronavirus, por Camilo Díaz

por Redacción BL
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Desempleados y contagiados con coronavirus, por Camilo Díaz

El desempleo estructural que trae Colombia desde tiempo atrás y que se hizo evidente con la tasa del 10,5% con la que terminó el 2019 ha dejado ver que la creación de empleo en el país tiene fuertes dificultades, y el mercado laboral es débil con varias vulnerabilidades y sobrereacciona ante deterioros del ciclo económico.

De igual manera la alta informalidad venía respondiendo por el 50% de los puestos de trabajo, con el país en confinamiento el desempleo brincó desde el 12,6% hasta el dato del 19,8% de desempleo nacional en abril y del 23,5% en las zonas urbanas, de algún modo, la cuarentena sinceró las cifras de desempleo, porque vale la pena decir que la ocupación informal no puede ser catalogada como empleo, al carecer de los mínimos de seguridad social como la cotización a salud y pensión.

El deterioro del empleo en los últimos meses por supuesto que está relacionado con el coronavirus que afectó tanto la oferta como la demanda en la economía, paralizando la producción y el consumo de los hogares. Pero la elevada tasa de desempleo no es solo responsabilidad del coronavirus y los estragos que está causando. 

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El desempleo estructural es fruto de un mercado laboral pequeño que responde a un aparato productivo igualmente chico y a una economía basada en la producción de bienes con escasa transformación industrial, cuyas exportaciones son principalmente materias primas y bienes básicos. El 80% de las exportaciones colombianas son petróleo, carbón, ferroníquel, café, banano y flores, esas actividades en el mejor de los casos como los productos agrícolas, demandan mano de obra con baja calificación, y en las de mayor valor demandan más capital que empleados calificados.

La manera de mejorar la tasa de empleo es incrementar la productividad del aparato productivo, no es simplemente reduciendo los costos labores o debilitando las condiciones de empleabilidad para terminar generando empleos precarios que de igual modo terminan siendo mano de obra poco calificada, con baja contribución a la productividad y al crecimiento de largo plazo. Además, la reducción de los costos laborales tiene un límite y así mismo su eventual contribución a la generación de nuevos puestos.

En la tasa de desempleo que vimos en abril, se perdieron 5,4 millones de empleos, pero además aumentó el número de desocupados en 4,3 millones de personas, eso quiere decir que además de las personas que perdieron su empleo y están buscando reincorporarse al mercado laboral, existe otro número importante de individuos en edad de trabajar que no se están contando como desempleados porque aún no están buscando trabajo, pero una vez lo hagan van a presionar mucho más las cifras, con lo cual la tasa de desempleo nacional puede ubicarse cerca al 25%. 

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Los sectores donde más se perdieron empleos fueron la industria, el comercio y el entretenimiento; así mismo, más de la mitad de los empleos destruidos son empleos formales, alrededor de 2,6 millones de trabajadores asalariados perdieron su puesto de trabajo, una situación que es realmente preocupante porque muestra que el aparato productivo, especialmente la mipymes, tienen verdaderos problemas para afrontar esta situación a pesar de los planes de ayuda y estímulos puestos en marcha por el Gobierno. 

Con las cifras de desempleo ya por los cielos antes de que llegue al pico de contagio, se vuelve indispensable que se tomen medidas para evitar que la mala situación se profundice. En ese aspecto vale la pena que se combinen medidas para abrir la industria y el comercio de manera segura, por ejemplo, combinar el pico y género para salir, con el pico y cédula para comprar en los comercios de forma presencial.

También, establecer restricción a la movilidad de los ciudadanos después de determinada hora, el control estricto de las aglomeraciones, mantener el teletrabajo sin excepción para todos los que realizan labores administrativas y la educación virtual en todos los niveles de educación. La reflexión es que no hay caja de ninguna empresa que aguante seis meses de confinamiento, y tampoco la del Gobierno lo puede hacer so pena de comprometer la recuperación.

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