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Entrevista a Fernando Henrique Cardoso sobre el coronavirus – Latinoamérica – Internacional

por Redacción BL
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Entrevista a Fernando Henrique Cardoso sobre el coronavirus - Latinoamérica - Internacional

Fernando Henrique Cardoso no espera a que una asistente termine de colocarle el micrófono para iniciar el diálogo. Habla y pregunta. Quiere saber. Habla en español, fluido y sin errores. Y para cuando la colaboradora se retira, el expresidente de Brasil, conocido y respetado como una de las mentes más brillantes de América Latina de las últimas décadas, lleva ya varios minutos compenetrado.

“Está mal la cosa acá”, dice , confinado en su casa de San Pablo.
Los números no son buenos…

Para nada. Es todo una insensatez, una falta de rumbo que rara vez he visto, y esto va a empeorar. Porque cuando se termine la pandemia, los que no tengan cómo vivir van a estar ahí, sin empleo, sin renta. ¿Cómo están las cosas en la Argentina?

En lo sanitario, vamos detrás de Brasil, pero la situación económica ya golpea duro, aunque sabemos que falta lo peor…

Pero ustedes tienen una ventaja: tienen mucha comida para exportación, y espero que no disminuya la demanda, acaso baje un poco, pero no tanto. Pero quienes viven de pequeños negocios están liquidados. No tienen cómo aguantar. Creo que la deuda pública va a explotar, aquí, allá y en todos lados. Y temo una versión más autoritaria del futuro.

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A los 88 años, Fernando Henrique Cardoso sigue siendo un punto de referencia insoslayable. A este sociólogo que ha sido catedrático en Stanford, Princeton, Brown, Berkeley, Cambridge, la Sorbona y la Escuela de Altos Estudios de Francia, pero también canciller, ministro de economía y presidente de Brasil (1995-2002), le preocupan el derrotero de Jair Bolsonaro, así como ciertas tendencias que observa en el continente y el mundo. Tanto, que mientras aboga por nuevos liderazgos, avizora una disputa abierta entre China y Estados Unidos y exclama: “ojalá se mantenga en los límites de la paz”.

¿Qué lecciones ha extraído de esta pandemia?

Estas pandemias globales a veces ocurren, pero esta ha demostrado que se expande rápidamente, y temo que no sea una sola ola, sino que haya otras. Por eso debemos darnos cuenta de la importancia de contar con la preparación necesaria. Creo también que debemos darnos cuenta de la desigualdad. Esta crisis llegó en avión, pero afecta a la pobreza. Y para esta pandemia no existe una vacuna ni tratamiento específico, y lo único que tenemos como opción es alejarnos unos de otros. ¿Y los que nada tienen? En los barrios pobres la gente está en la calle, ¡porque lo que ocurre en sus casas es peor que la calle, donde se contagian! El problema es que hemos aceptado la desigualdad como algo ‘normal’, pero con tanta desigualdad es difícil lidiar con estas pandemias. Europa comienza a recuperarse. ¿Y cuando llegue a África? Este virus golpea a ricos y a pobres, pero el rico se aísla, tiene cómo vivir; el pobre, no. Y encima, la durabilidad de esta pandemia es otro factor. En poco tiempo más será difícil mantener a la gente en sus casas. Ojalá tengamos memoria. Porque la humanidad recuerda, pero también se olvida. Y los ricos se olvidan más rápido porque los toca menos.

Por ahora se observan esfuerzos aislados de solidaridad, sin una mayor coordinación…

Ojalá que el mundo registre más solidaridad. No suele ocurrir. Ahora vemos muchos gestos, pero también vemos qué ocurre… ¡America First! (por el lema de Donald Trump, ‘¡primero Estados Unidos!’). ¿Cómo ¡America First!? Estados Unidos tiene una responsabilidad planetaria, pero temo que la tendencia será más nacionalismo: cada uno consigo mismo y Dios con nadie. Nos costó mucho llegar hasta donde estamos. La pacificación insumió un esfuerzo muy grande tras las guerras mundiales. No fue fácil. Churchill, Roosevelt, Stalin… Grandes liderazgos que sufrieron juntos, mientras que ahora los liderazgos son menos fuertes y no han sufrido juntos.

¿Qué le preocupa más? ¿El nacionalismo? ¿Ciertas tendencias autoritarias? ¿Acaso más xenofobia?

Ya hay todo eso, aunque no sé si va a predominar. En política se inventa el futuro. No existe un futuro trazado de antemano por las coaliciones de factores. Y para inventar el futuro se requiere liderazgo. Por eso me preocupa la falta de liderazgo, en nuestros países y en los principales. El presidente de Estados Unidos va a ir a elecciones. Si gana Trump, no será bueno para el mundo. Entre otros motivos, por aquellos gobiernos que se adhieren a él, como Brasil, donde Bolsonaro tiene una visión pro-Trump. ¡Ambos creen que la pandemia es algo que se hizo contra ellos, pero que es una pequeña gripe! Por eso la reconstrucción de este mundo no va a ser fácil, aunque una ventaja que tenemos en la región es que estamos lejos. No hay por qué adherirse a una posición, hay que maniobrar y establecer el multilateralismo, aunque la tendencia va en dirección opuesta.

¿Teme por cómo parece organizarse –o no organizarse– el sistema mundial?

Sí, tengo mis temores. Después de la Segunda Guerra Mundial estábamos llegando, de a poco, a la noción de humanidad. Pero ahora no veo liderazgos con visión ni creo que aparezcan en el corto plazo, pero tengo la certeza de que debemos abrir espacios para las nuevas generaciones. Ojalá que con la pandemia, más la crisis económica global, surjan nuevos liderazgos de otra generación.

¿Pueden resurgir los militares como opción de poder en la región?

Sí, es posible. En Brasil, que conozco un poco más, las fuerzas armadas cambiaron mucho. Creo que esta generación de militares es profesional y ha adherido a la idea de la Constitución. Dicho eso, se eligió presidente a un exmilitar con una visión corporativista propia de los anteriores militares, sin mucha relación con los civiles. Y le recuerdo que cuando (Salvador) Allende era presidente de Chile, nombró a muchos militares. Cuando los gobiernos son débiles buscan a las fuerzas armadas como bastión para mantenerse. Ahora, es más eso lo que está aconteciendo aquí (por Brasil). El problema es otro: con la cercanía al poder, los militares se acostumbran a tener poder y eso puede llevar a otro riesgo. Ahora las democracias no se mueren por golpes de Estado, se mueren desde adentro. Eso sí me preocupa.

¿Ve algo esperanzador en lo que ocurre a raíz de esta pandemia?

¡Sí! El mundo ha cambiado gracias a las relaciones directas, persona a persona, por internet. Aunque vemos la proliferación de fake news, la vocación predominante es buscar información, opinar y participar. Ahora es más difícil controlar lo que pasa e incluso si alguien intenta controlar los medios, la gente puede oponerse. Segundo, porque no se llega lejos sin un horizonte de esperanza. Los políticos deben visualizar una salida. Deben concertar esfuerzos durante la pandemia y no olvidar la economía. Y tercero, porque ya hemos probado el gusto de la libertad. Como decía un exembajador francés, América Latina es el “extremo Occidente”. Extremo, sí, pero Occidente. La idea de libertad es parte de nuestra cultura.

¿Cómo abordamos el azote de covid-19 en sus favelas o nuestras villas miseria? ¿Qué liderazgo se necesita?

Que no sea populista. El riesgo es que caigamos en un liderazgo autoritario y populista. La gente pobre terminará más pobre todavía. No debemos dejar que líderes populistas se transformen en líderes autoritarios.

¿Hay alguna pregunta que no le hice y le gustaría responder?

Una sola cuestión: llegó el momento de percatarnos de que la pandemia afecta a todo el planeta y que los problemas que vendrán, también. ¿Qué tipo de gobernanza se puede ofrecer a un planeta que está mal a raíz de la pandemia? Esto cambiará el equilibrio de poder, lo que afectará a Estados Unidos y China. Queramos o no habrá una disputa abierta entre China y Estados Unidos. Ojalá se mantenga en los límites de la paz y sea posible recrear un orden internacional más participativo, que incluya a países como los nuestros, con un objetivo máximo: preservar la paz.

 Hugo Alaconda Mon
GDA
La Nación (Argentina)

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