Redacción BL
Los bancos centrales cumplen un rol esencial en el desarrollo de la economía mundial, ya que tienen la responsabilidad de supervisar y controlar el funcionamiento del sistema financiero, pero en el caso de Colombia, la institución centenaria ha ido más allá.
El Emisor tiene como función principal la de establecer la política monetaria del país para dar estabilidad al peso, generar empleo y controlar la inflación.
Por supuesto, el banco central colombiano también es el encargado de la emisión de los billetes y monedas que luego llegarán a los consumidores, y de controlar la cantidad de dinero que circula en el mercado.
Pero su papel no queda ahí. También se ha encargado de cumplir un papel fundamental en la promoción de la cultura con los varios museos, muestras, apoyo y difusión de diferentes iniciativas de artistas colombianos en todas las regiones del país.
Este año la autoridad monetaria cumplió 100 años desde su fundación el 23 de julio de 1923.
En 1820 la naciente República de Colombia comenzaba a organizarse, por lo que aún no contaba con billetes que le ayudarán a soportar las transacciones económicas.
Después de varios intentos, en 1880 el Estado creó el Banco Nacional, una institución que serviría para promover el crédito público y para encargarse de la emisión de billetes.
Pero la sobreemisión, la alta inflación y la crisis económica derivada por la Guerra de los Mil Días le pusieron el punto final a esta entidad, que terminó siendo liquidada en 1899. Años más tarde fue creado el Banco Central de Colombia, el cual funcionó de 1905 a 1909, cuando se le suspendió el privilegio de imprimir billetes.
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A partir de ahí y hasta su liquidación, éste cumplió las funciones de un banco privado.
Las dificultades económicas y el desorden monetario que experimentó el país a principios del siglo XX, pusieron en evidencia la necesidad de contar con una institución que permitiera darle solidez a la moneda local y al crédito.
Es aquí donde entra el nombre de Edwin Walter Kemmerer, el hombre que ayudaría a sentar las bases para la constitución de un nuevo banco central autónomo e independiente.
Todo se remonta a 1923, cuando el presidente en turno, Pedro Nel Ospina, invitó a una comisión de expertos y economistas encabezada por Kemmerer, quien ayudó a preparar la nueva normativa.
La máxima autoridad monetaria de Colombia fue creada en 1923 a través de la Ley 30 que expidió el Congreso para hacer frente a la situación económica compleja que atravesaba el país, consolidando el establecimiento de un verdadero sistema financiero nacional.
Desde su nacimiento la entidad experimentó varios cambios importantes en su labor por fortalecer la economía nacional y preservar el poder adquisitivo, entre los que se incluye una mayor incidencia por parte del gobierno.
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En 1963, el presidente Guillermo León Valencia firmó la creación de la junta monetaria, órgano que reemplazó a la junta directiva y ayudó a trazar el camino de la política monetaria y la creación de créditos de fomento que eran administrados por el banco.
Para evitar que se creara una confusión entre las actividades que le correspondían al banco y las que debían estar a cargo del gobierno, en 1991 el Banco de la República se convirtió en una entidad de naturaleza independiente del poder Ejecutivo.
La Constitución de 1991 le otorgó al Emisor funciones específicas relacionadas con la política monetaria, cambiaría y crediticia que desempeña hasta el día de hoy. Además, con la autonomía del banco central también se establecieron los lineamientos para la conformación de su Junta Directiva, su principal órgano.
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Este organismo está conformado por siete miembros: el Ministro de Hacienda (hoy Ricardo Bonilla), el Gerente General (Leonardo Villar Gómez) y cinco miembros de dedicación exclusiva, cuya responsabilidad es ejercer la regulación y control monetario y que durante 8 de las 12 reuniones al año puede tomar decisiones en materia de tasas.
La creación del Emisor marcó un hito en el aparato económico e institucional del Estado ante un entorno a principios de la década de los años 20 del siglo pasado, caracterizado por los efectos económicos nocivos de la Primera Guerra Mundial, desorden monetario, debilidad y quiebra de bancos y escasez y dificultades de acceso al crédito.
El balance de la gestión del Emisor en los 22 años del nuevo esquema institucional ha sido sin duda positivo.
Aún en la coyuntura actual de elevados índices de precios al consumidor, las tasas de inflación en Colombia se redujeron sustancialmente.
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Los nuevos tiempos y el futuro para el banco
La pandemia ayudó en la mayor digitalización y fortaleció a las instituciones bancarias en materia tecnológica. Junto a una moneda estable, la solidez macroeconómica ha acompañado de cerca la historia del centenario del banco central.
El banco trabaja en la adopción de un sistema de pagos inmediatos, los desafíos de las transacciones digitales y los efectos de la transformación digital en las monedas.
La autonomía en sus decisiones, la fortaleza técnica, su blindaje institucional contra las presiones políticas y su compromiso con el control de la inflación apuntalan a un
legado robusto.
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