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Tecnología valenciana en viñedos de Francia

por Redacción BL
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Tecnología valenciana en viñedos de Francia

valenciA. Mauricio encarna la tercera generación de la firma de ‘Pulverizadores Mauricio’, de La Font de la Figuera, y, en contra lo que suele temerse ante el tercer escalón en las sucesiones familiares, lejos de sucumbir o renquear, está lanzando la empresa en mercados que le eran tan lejanos, y no sólo en España, porque ya exporta el 80% de la producción a toda Europa, incluida la exigente Francia.

La clave está en que el tercer Mauricio Pérez al frente de la firma aúna la preparación técnica, el empuje empresarial y unas ganas tremendas de trabajar sin descanso y sin dar lugar al desaliento o a cualquier desánimo. En su tarjeta de presentación, junto al número de teléfono ya anuncia que lo suyo es un «servicio 24 horas».

Pero con solo su carácter batallador no le habría valido si además no tuviera claras las ideas para acertar en las líneas a seguir, hacia dónde debía orientarse con su trabajo y sus proyectos. Podría haber tomado caminos más cómodos, porque le tentaron importantes industrias del sector para que se fuera a trabajar con ellas, pero siempre prefirió seguir y crecer con lo de casa, tener la satisfacción de la autonomía y de poder desarrollar éxitos propios, siguiendo la estela familiar.

Para ello tuvo que plantarse un día ante su padre y decirle que «había que evolucionar, darle un cambio a la trayectoria». Ya no podían limitarse a los aparatos de pulverización clásica, a ser un mero taller y quedarse en el mundo de las mochilas manuales, porque otros podrían competir con ventaja. Mauricio debía especializarse.

Fue así como aprovechó nichos de mercado que demandan aparatos de pulverización, atomización y nebulización de alta calidad y para requerimientos específicos. Y, por supuesto, siempre con la atención personal y la disponibilidad para resolver problemas y exigencias particulares.

Hoy, con una plantilla de 16 trabajadores y una fábrica muy tecnificada, Mauricio realiza pulverizadores modernos y eficaces para todo tipo de cultivos, pero está centrado sobre todo en los cítricos, frutales, almendros y olivos y ha desarrollado una altísima especialización en lo que tiene más cerca de casa: los viñedos. Tiene a gala decir que vende sus azufradoras y nebulizadores en sitios donde las vides se miman hasta el extremo y cuentan con marcas de vinos de mucho prestigio y altos precios, como Burdeos, Borgoña, Oporto, cuencas del Rin y el Mosela… Y no digamos en España, como La Rioja, Ribera del Duero… Y por supuesto en su pueblo, La Font de la Figuera, y en Moixent, Fontanars, Aielo… Él sí que es profeta en su tierra. Pero para llegar hasta aquí tuvo que trabajar mucho y no acobardarse ante nada.

Una vez, en una feria del sur de Francia, con su pequeño stand junto a grandes marcas del sector, cansado de predicar las virtudes de sus máquinas sin conseguir conquistar a nadie para que le comprase, un viticultor galo le confesó: «Es que usted tiene un hándicap de partida: que es español, y yo no voy a comprar una máquina de pulverizar española ni aunque sea más barata, porque no me fío de la calidad».

Funciona el ‘boca a boca’

Lejos de batirse en retirada, Mauricio replicó enseguida: «¿Usted conoce España, ha estado en algún lugar de España?» Nunca, confesó el francés, con gesto de pensar ‘ni falta que hace’. «Pues si usted va a cualquier pueblo de España -remató Mauricio-, no es preciso que sea una gran ciudad, verá que entre los coches aparcados y que circulan por las calles hay una mayoría que son de marcas francesas (Peugeot, Renault, Citroën) y no veo que los españoles renieguen de lo francés como usted lo hace de lo español porque sí; ¿qué le parece si dijéramos por capricho: uy, no queremos coches franceses, que no nos fiamos? Y no lo hacemos, nos fiamos por la calidad, el precio, el servicio…»

Aquel viticultor francés se fue rumiando el alegado y acabó comprándole un atomizador. Fue el principio, el inicio; luego ha ido funcionando en la zona el ‘boca a boca’, la mejor prueba de calidad, y no cesan de llegarle pedidos. Y parecido le pasó otras veces, en otros sitios. Sin esfuerzos publicitarios, en lugares donde lucen marcas de postín, los agricultores satisfechos recomiendan a vecinos y amigos que deben fiarse de las máquinas españolas de Mauricio, hechas en un pueblo del sur de la provincia de Valencia.

¿Cuál es la principal característica de éxito de sus máquinas? Mauricio lo explica describiendo «la capacidad de los difusores que hemos desarrollado para esparcir tan sólo 200 o 250 litros de caldo fitosanitario por hectárea, nebulizando gotas microfinas para lograr una gran eficacia, cubriendo uniformemente todo el follaje». Esto se encuadra en las tendencias más punteras en agricultura: hacer más con menos. Se gasta poco insecticida o fungicida y se logra el mejor resultado.

Lo que hace lo ha estudiado y lo ha experimentado antes en sus campos; a partir de ahí ha diseñado colectores, difusores, boquillas… hasta alcanzar lo que buscaba. Obligado es hoy «estar al día con las últimas tecnologías», pero, por ejemplo, en electrónica «aplicamos la sencillez y la eficacia, no hay elementos sofisticados o exclusivos, cualquier entendido sabe encontrar una avería en un momento y repararla enseguida, no es preciso que se esté esperando a un superespecialista o una pieza cara que venga de lejos; eso evita que uno se quede colgado en medio del campo, como pasa tantas veces, y al final todo se traduce en seguridad, eficacia y confianza». Y una recomendación de experto: «los tratamientos, mejor con el fresco de la noche; el calor del día se ‘come’ la mitad».

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