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Todos por el empleo – Editorial de EL TIEMPO – Editorial – Opinión

por Redacción BL
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Todos por el empleo - Editorial de EL TIEMPO - Editorial - Opinión


El desempleo se consolida como una de las secuelas sociales y económicas de la crisis desatada por la pandemia de covid-19. El reporte del mercado laboral del Dane correspondiente al mes de julio refleja no solo una fotografía preocupante, sino también algunas tendencias con graves impactos poblacionales.

La tasa de desempleo nacional registró el 20,2 por ciento, con una destrucción de alrededor de 4,15 millones de puestos de trabajo en comparación con la cifra de julio del año pasado. No sorprende, entonces, que en la encuesta Invamer de agosto los colombianos identifiquen la falta de trabajo como el principal problema que enfrenta Colombia en estos momentos, con un 28 por ciento. En comparación, solo al 8 por ciento de los encuestados les preocupa el coronavirus.

Si bien el mercado laboral, al igual que el resto de la economía, mostró una mejoría frente al desplome en los meses de la cuarentena más estricta –abril y mayo–, el panorama debe disparar todas las alertas de la sociedad colombiana. La pandemia ha impactado tanto el empleo formal como el informal. Esta masiva destrucción de puestos de trabajo está empujando a muchos colombianos hacia la informalidad.

La naturaleza de la crisis ha golpeado con dureza las grandes ciudades: el desempleo en las 13 capitales y áreas metropolitanas está en 24, 7 por ciento. El impacto en sectores fuertes en las urbes como el comercio, las actividades artísticas y de entretenimiento, y alojamiento y servicios de comida, ha sido tan brutal que arrasó con miles de negocios y empleos.

Y ya se está empezando a sentir el choque hacia capitales intermedias y más pequeñas. Para la muestra, el más populoso y dinámico de los botones: Bogotá. De cada 100 nuevos desempleados en el país durante julio, 36 fueron trabajadores en la capital de la República. Alrededor de 691.000 puestos de trabajo se destruyeron en Bogotá en un año.

Ante una tasa de desempleo capitalina del 25,1 por ciento entre mayo y julio, no es el momento de levantar dedos acusadores o poner en los hombros del Gobierno Nacional la responsabilidad completa del empleo. A todos los actores de la economía capitalina, incluyendo al Distrito, les corresponde diseñar e implementar estrategias para recuperar los trabajos perdidos. La capital del país debe continuar siendo esa meca de oportunidades para todos los colombianos.

Otra tendencia preocupante es la del desempleo en las mujeres y los jóvenes, poblaciones tradicionalmente vulnerables ante el mercado laboral. No obstante, la pandemia se ha ensañado con el trabajo femenino. La tasa de desempleo de las mujeres alcanzó en julio el nivel más alto registrado: 26,2 por ciento. Son precisamente los sectores más impactados por los confinamientos y las restricciones sanitarias, como comercio y restaurantes, los que emplean más personal femenino en proporción. Según el Dane, 360.000 personas perdieron su trabajo en servicios domésticos, actividad mayoritariamente femenina.

La cara del desempleo por la pandemia es de mujer: vendedoras en locales comerciales, meseras de restaurantes, obreras de fábricas, empleadas en el hogar, entre otros casos. Por cada hombre que salió de la población ocupada en julio, salieron dos mujeres. La brecha de género –la diferencia en el desempleo masculino y femenino– es de 10 puntos, la más alta desde 2003. Cualquier estrategia para reactivar la creación y protección de empleos debe incorporar un enfoque de género. Por ejemplo, la sobrecarga por el cuidado de los hijos que sufren hoy las mujeres con los jardines infantiles y los colegios cerrados afecta su posibilidad de obtener y conservar un trabajo.

La cara del desempleo de la pandemia es mayoritariamente de mujer: meseras, empleadas en locales comerciales, obreras de fábricas, servicios domésticos. La reactivación debe tener enfoque de género

Ahora que el país entra a una nueva etapa en la lucha contra el coronavirus, marcada por la reapertura social y económica, es el momento propicio para implementar estrategias de generación de empleo. En primer lugar, es urgente ampliar los paquetes de ayudas del Gobierno Nacional a las empresas para que sobrevivan. Salvar las empresas de todos los tamaños es también salvar puestos de trabajo.

Un segundo aspecto es el de un plan de choque para los sectores que tradicionalmente jalonan empleo, como la construcción y la infraestructura. Tercero, no hay cómo sustituir el crecimiento económico como fuente de creación de puestos de trabajo. La reactivación económica debe desplegarse en sintonía con el propósito nacional de derrotar el desempleo.

Por último, y no menos importante, está el reconocimiento a que el desafío del empleo ya venía antes de la irrupción del coronavirus. Esta crisis económica histórica debería convertirse en la oportunidad para abordar los rezagos y las falencias estructurales que aquejan al mercado laboral colombiano. La recuperación económica debe construirse con equidad y empleos.

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