Por qué los minerales son clave en la transición energética | Economía

No es una tierra de gigantes, ni tampoco la entrada al inframundo de la mitología griega, pero cosas extraordinarias pasan allí. Un carro 7 veces más grande que yo cruza a mi lado repleto de mineral y las calderas expulsan bocanadas de fuego, a una hora en la que la temperatura ambiente de la zona alcanza los 40 grados centígrados.

(Entraron tres plantas de generación de energía solar a la red nacional). 

El lugar es extraordinario no solo por lo que se ve, sino también por lo que se produce allí. En el 2021, desde la mina industrial de Cerro Matoso se despacharon 38.300 toneladas de níquel contenido, conocido como ferroníquel, tras una operación ininterrumpida en la que a diario participan unos 2.000 hombres y mujeres.

Una titánica labor si se tiene en cuenta que desde allí se soporta la capacidad de producción y exportación de la compañía a diferentes mercados internacionales. Lo que allí se produce se distribuye a unos 50 países, especialmente a los de Europa, de Asia y Estados Unidos.

El ferroníquel es apetecido en la industria porque es la materia prima de un sinnúmero de cosas que utilizamos a diario, que van desde las ollas y los utensilios de cocina que tenemos en casa hasta chips de celulares a base acero inoxidable (ver abajo infografías).

“El ferroníquel, como el que producimos aquí, es la base de lo que la industria fabrica para hacerle la vida más fácil a las personas”, dice, ataviado por un casco, botas, careta y gafas, Ricardo Mejía, gerente de Mina y Preparación de Mineral, mientras recorremos la planta en Montelíbano (Córdoba), un martes a mediodía.

(¡Transición energética realista y sostenible!). 

En Colombia, además de ferroníquel, se producen minerales como el carbón, oro, níquel, esmeraldas, cobre, materiales de arrastre, cemento, calizas y ladrillos. Sin embargo, según estimaciones del Banco Mundial, a 2050 la demanda de minerales como el litio, el cobalto o el grafito, con gran potencia de producción en Colombia pero que aún no se explora en el país, se incrementará en más del 300 %, razón por la cual el sector insiste en la necesidad de una política de impulso a la minería, teniendo en cuenta que sin todos los minerales, no es posible más movilidad eléctrica, ni más generación eólica o solar.

Y es que en tiempos en el que el mundo se compromete con la transición energética y los gobiernos de la mayoría de países cierran filas en contra del cambio climático, el sector minero hace un llamado a ser tenido en cuenta para las principales transformaciones, ya que se vislumbra como una industria clave para el desarrollo de estrategias que permitan la sostenibilidad ambiental que tanto se promueve, además de ser un sector clave para la economía, con un alto potencial de crecimiento.

De acuerdo con Juan Camilo Nariño, presidente de la Asociación Colombiana de Minería, parte del debate público en Colombia y el mundo gira en torno a cuatro políticas públicas que deben implementarse en los próximos años: el cambio climático, la seguridad alimentaria, energética y económica.

Según él, para que logremos superar estos retos hay que hablar con claridad sobre otra política pública, sin la cual estos retos no pueden llevarse a cabo: la política de impulso a la minería.

“Las energías renovables demandan muchos minerales y Colombia tiene el potencial para producirlos. Si no trabajamos desde ya en generar las condiciones adecuadas para su producción y abastecimiento de manera sostenible, la brecha entre oferta y demanda hará inviable la masificación de la capacidad de generación de nuevas fuentes de energía”, le dijo Nariño a Portafolio.

(Gobierno electo reduce dudas sobre transición energética). 

Para él, como para el sector en general, la transición energética no se puede mirar como un fenómeno aislado y debe incluir la participación de todas las formas de generación: térmica, renovable, nuclear, hídrica, entre otros, con la combinación necesaria de tecnologías que permitan una generación diversa y competitiva para alcanzar los principales desafíos de la transición, la seguridad energética y la reducción de emisiones.

Según él, con la transición energética y el aprovechamiento de la minería responsable y bien hecha, Colombia tendría una gran oportunidad para suministrar a nivel global la producción sostenible de los minerales necesarios y, así poder transformar la riqueza del subsuelo en empleo y desarrollo para el país.

Por su parte, para Pablo Urrutia, Vicepresidente de Asuntos Públicos y Comunicaciones de Drummond, compañía que opera varios proyectos mineros de carbón en Colombia, este mineral, producido en el país, le genera importantes recursos al Estado, a través de regalías e impuestos.

“El año pasado generamos recursos al Estado por $1.4 billones de regalías y $1.1 billones de impuestos, tasas y contribuciones. Históricamente hablando, la compañía ha generado 5.140 millones de dólares en regalías y 3.625 millones de dólares en impuestos, tasas y contribuciones. A su vez, la inversión extranjera de Drummond en el país, registrada en el Banco de la República, sobrepasa los 40.000 millones de dólares”, dice Urrutia.

(¿Se acabo el carbón?). 

Sumado a los importantes ingresos que genera esta industria, para Drummond, las empresas que generan recursos y empleo son las que pueden apalancar cualquier plan de desarrollo en el mediano y largo plazo, y eso también aplica para las agendas de transición energética.

“La seguridad energética se ha convertido en un elemento primordial para todos los países, y la crisis en Europa causada por la guerra entre Rusia y Ucrania es clara evidencia de esto. La disponibilidad de fuentes de energía como el carbón ha cobrado gran importancia, y Drummond cuenta con cerca de 1.200 millones de toneladas de reservas en sus concesiones en Colombia. Adicionalmente, el carbón le genera estabilidad fiscal al país”, agregan.

Para la industria, los minerales que se producen en el país son necesarios para garantizar la estabilidad de la red eléctrica y la incorporación de energías renovables interrumpibles como del sol y el agua, entre otras, ya que a base de estos minerales se construye infraestructura para este paso, como paneles y parques solares y otras estructuras, vitales en los propósitos de sostenibilidad.

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– “Ve lo que hay ahí”, me dice Ricardo Mejía, mientras me señala el carro en el que saldré de Cerro Matoso.

– “¿Un carro?”, respondo temeroso.

– “Sí, pero en esencia, también es mineral”, sentenció.

JAVIER ACOSTA 
PORTAFOLIO