Redacción BL
A pesar de que en los últimos años se han reducido las brechas de género en varios frentes de la economía, aún persisten amplias diferencias entre hombres y mujeres en temas como empleo, salarios y pobreza.
Mientras en 2022 la tasa de desempleo de los hombres estaba en 9%, la femenina era 14,3%. Y en los últimos nueve años se ha mantenido una brecha promedio de 5,6 puntos. También, y a pesar de que se ha recortado la distancia persisten las brechas salariales. Por cada $100 que recibió un hombre como pago por su trabajo en 2020, las mujeres recibieron $94,2, según cifras del Dane.
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Las actividades de trabajo no remunerado son otro factor que evidencia un desbalance de género. La participación femenina en estas labores es de 90,3%, mientras en los hombres es de 63%. Y mientras ellas dedican alrededor de 7 horas y 44 minutos al día a estas, ellos destinan en promedio 3 horas y seis minutos.
Todo esto explica también por qué la pobreza golpea en mayor media a las mujeres que a los hombres. La incidencia de la pobreza monetaria es de 42,9% en el caso de las mujeres, mientras en la población masculina es de 37%.
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Para Juana Téllez economista jefe de BBVA Research para Colombia, visibilizar estas cifras es clave “para seguir avanzando hacia una mayor equidad de género que aumente la participación e inclusión de las mujeres y amplifique los efectos positivos que esto tiene, no sólo sobre ellas mismas y sus familias sino en las empresas y el país”.
Una herramienta para reforzar la participación femenina y la igualdad entre hombres y mujeres es la discriminación positiva, o acción afirmativa, políticas o prácticas a nivel de Gobierno o el sector privado para reforzar la participación, en este caso, femenina.
Ana Fernanda Maiguashca, presidente del Consejo Privado de Competitividad (CPC) y excodirectora del Banco de la República, comenta que se ha encontrado que algunos elementos diseñados en principio para favorecerlas han resultado en efectos adversos.
(‘Ser subestimada es una ventaja, no te ven llegar’: Giorgia Meloni).
“La licencia de maternidad es un ejemplo muy significativo. En 2011 se aumentó de 12 a 14 semanas, y hay un documento del grupo de investigaciones del Banco de la República que muestra que, como resultado, las mujeres en el rango de edad más fértil tienen una probabilidad más alta de estar desempleadas o en actividades informales en relación con los hombres. Y también de recibir salarios más bajos”, explica Maiguashca.
Según la economista, ante la persistencia de brechas se requiere pensar de forma inteligente en el diseño de los instrumentos de política, pues muchas veces, a pesar de la intención, se termina impactando negativamente.
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Con esto coincide María del Pilar López Uribe, profesora e investigadora de la facultad de Economía de la U. de los Andes. Según la académica, este es un ‘caso de estudio clásico’ pues los empleadores tienen en cuenta este “costo” antes de contratar, y alertó que puede suceder algo similar con el proyecto de reforma laboral, que refuerza la imposibilidad de despedir, entre otros grupos, a embarazadas, personas cabezas de hogar o discapacitados.
“Yo sí creo en la necesidad de acciones afirmativas en algunas etapas, como en cuotas políticas o en la academia, pues si no se toman pueden tomar muchas décadas cerrar algunas brechas. Las acciones afirmativas son necesarias en el corto plazo para cambiar algunos balances, para que luego, naturalmente, las desigualdades se vayan corrigiendo”, indica López.
LAURA LUCÍA BECERRA ELEJALDE
Periodista Portafolio
