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Coronavirus en Colombia y Venezuela: Panorama de recuperación socioeconomica | Tendencias

por Redacción BL
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La respuesta de la Unión Europea a la crisis de la Covid-19 prevé un presupuesto de 750.000 millones de euros para la recuperación socioeconómica del continente durante los próximos siete años. Una respuesta regional ante una crisis que sobrepasa las fronteras nacionales y que busca ser atendida integralmente. Muy lejos de la respuesta latinoamericana y especialmente la andina.

(¿Cómo afecta la crisis a las principales economías de Latinoamérica?). 

Se calcula que el impacto de la enfermedad en Colombia no será homogéneo, por el contrario, dependiendo de la región, sus características, capacidades y gobiernos, tanto departamentales como locales, se tendrán mejores o peores resultados. La zona de frontera con Venezuela es quizás una de las que más preocupa, en los 2.219 kilómetros vive una población de más de 12 millones de personas, en un territorio fronterizo binacional que sumado es más grande que España, Italia o Alemania. En ese tercer país que existe entre Colombia y Venezuela, “donde no se es colombiano ni venezolano, porque nunca se sabe en qué orilla del Arauca vibrador se nació”, se estima como uno de los nodos más afectados por las consecuencias socioeconómicas que dejará el virus.

(La necesidad urgente de los estímulos financieros).
 

Las capacidades venezolanas para responder a la enfermedad son mínimas. Antes de la crisis de la Covid-19, Venezuela era el único país de América, quizás uno de los pocos del mundo, que estaba en franco retroceso, no solo económico sino social. La cifra que mejor explica la involución venezolana es la reducción en la esperanza de vida en 3,7 años, un resultado que refleja el mal estado de la salud de los venezolanos, su escaso acceso a los alimentos de la canasta básica y los problemas en el servicio de agua potable. Ante un panorama tan desolador en el vecino país, no es difícil prever que la frontera común representará un gran reto para la respuesta frente a la pandemia del Estado colombiano a nivel local, departamental y nacional.

A diferencia de Francia y Alemania, que lograron articularse para impulsar al interior de la Unión Europea una respuesta regional que apoyara los países del sur, los más afectados por la pandemia, es imposible pensar en una respuesta semejante entre Colombia y Venezuela, en el pasado los pivotes de la región andina. Las diferencias entre los gobiernos de los países hacen imposible pensar siquiera en una respuesta binacional articulada, y esto en un contexto que demuestra que la intermediación de la Organización Panamericana de la Salud es insuficiente para enfrentar una crisis que supera los temas de salud.

La respuesta colombiana a la pandemia se podría valorar como moderadamente efectiva, a pesar de los fallecimientos y los numerosos contagios, al compararla con la respuesta europea o con la de otros países de la región andina, como nuestros vecinos de Perú y Ecuador, las cifras oficiales reflejan una estrategia con resultados positivos pero frágil, sobre todo por la constante tensión entre las autoridades nacionales y locales.

Del otro lado de la frontera, la respuesta de las autoridades chavistas para enfrentar la enfermedad se ha fundamentado en la violación sistemática de los derechos humanos de la población en condición de movilidad humana que busca regresar a su país. Los nacionales venezolanos que retornan, son estigmatizados y rechazados por las autoridades. Incluso se ha llegado a promover institucionalmente la práctica de la delación de aquellas personas que regresaron en el contexto de la pandemia por sus vecinos, amigos y familiares. Lo anterior, argumentando que es una estrategia de contención para evitar los contagios importados de Colombia.

En medio de los dos países está el segundo fenómeno migratorio más grande del mundo. Si bien 90.000 venezolanos han regresado a su país en los últimos meses, todo parece vaticinar que solo es el preludio de un reflujo migratorio mayor, como si se tratara de un tsunami en el cual se recogen las aguas de la costa, pero solo es el anuncio de una ola gigante que después lo inundará todo.

En un escenario tan adverso, en el cual resulta muy difícil articular una respuesta desde lo regional internacional, y es imposible construir desde lo bilateral nacional, la crisis se convierte en una oportunidad para la articulación de lo regional local.
Las características de la zona de frontera en la que existen por lo menos seis diferentes zonas geográficas: Alta Guajira, Serranía del Perijá, Catatumbo, Andina, Orinoquía y Amazonía, demandan una respuesta diferenciada frente al tema de la Covid-19.

Para las regiones, por la presión de la necesidad, resulta imperativo articularse con los vecinos venezolanos incluso por encima de los deseos de sus propios gobiernos nacionales.
Son las autoridades de los siete departamentos y los 33 municipios colombianos de frontera las que tendrán que hacer frente a las implicaciones a su inherente interdependencia con los cuatro estados y 20 municipios contiguos. Creer que la frontera como una línea divisoria, que se ve en los mapas de Bogotá y Caracas, contendrá la pandemia es una ilusión que los mandatarios locales no pueden permitirse.

La respuesta nacional para las autoridades locales es insuficiente, incluso el gobierno nacional y el legislativo olvidaron por completo priorizar el pasado 20 de julio el tema migratorio y fronterizo. Las dos leyes que cursan en el Congreso no están en el paquete legislativo que el ejecutivo busca promover en la legislatura que inicia, y del lado de los partidos políticos tampoco apareció como prioridad.

Sin un marco legal, en medio de las dificultades y con un panorama ensombrecido, las autoridades locales deberán asumir el protagonismo para hacer frente a los retos de la recuperación socioeconómica post Covid-19. Algunos funcionarios de las gobernaciones y municipios fronterizos responsables del tema migratorio ya hacen esfuerzos en esa dirección, como es el caso de Norte de Santander.

En este escenario resulta pertinente comprender la problemática de manera integral. Una próxima ola migratoria, sumada a las consecuencias ya evidentes de la Covid-19, un creciente ritmo del desempleo, la ampliación de la brecha económica y social, la precaridad del sistema de salud en algunas regiones, y la dificultad de las empresas para subsistir, requieren abordajes que exigen la participación de diferentes actores.

Es necesaria una articulación efectiva entre la sociedad, la academia y los sectores público y privado, para encontrar caminos a las diferentes problemáticas estructurales de nuestra sociedad, que la pandemia ha puesto en evidencia.
La Universidad del Rosario, así como muchas instituciones de educación superior en el país, han aportado a la comprensión del fenómeno migratorio y al desarrollo científico en el contexto de la pandemia, siempre buscando un trabajo conjunto con diferentes actores, de la mano con mandatarios locales y departamentales, y reconociendo la particularidad que tiene cada región de nuestro país.

Es momento de dejar diferencias y reproches de lado, para asumir el compromiso de afrontar las diferentes problemáticas que nos aquejan, con la participación de actores políticos, sociales, económicos, culturales y académicos del país.
El camino de una sociedad descentralizada, que le dé mayor autonomía a las regiones a partir de la comprensión de las diferencias territoriales que hemos vivido a través de nuestra historia, nos permitirá avanzar y fortalecernos como sociedad.

Andrés Mariño
Director de Regionalización de la Universidad del Rosario

Ronal Rodríguez
Investigador y vocero del Observatorio de Venezuela de la Facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos de la Universidad del Rosario

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