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Opinión | El ejecutivo, a ejecutar

por Redacción BL
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Jota Domínguez Giraldo

Forzados por las circunstancias estamos dejando la cuarentena obligatoria para enfrentar – si o si – el dilema de la subsistencia a través del ingreso y sustento diario, o si le ganamos al coronavirus, sin que éste se dé cuenta.

Para ello comenzamos una “nueva normalidad”, “nueva normalidad” que en Colombia se emprende todos los días, pues la falta de planificación, de previsión, la falta de estudios para las obras y proyectos y la falta de formación y capacitación de los gobernadores y alcaldes para desempeñar una buena función en el poder ejecutivo, hace que cada día sea nuevo y que la improvisación se convierta en la compañera constante del trabajo de los mandatarios locales.

Se podría afirmar, sin riesgo de equivocación, que los candidatos se preparan para ganarse las elecciones, pero no se preparan para gobernar.

De allí que se presume que muchos de esos gobernantes han agradecido la presencia a la pandemia para trabajar menos y para recurrir a ella como excusa y disimular su incompetencia.

Pero la pandemia o el coronavirus o covid 19, pasado mañana empezará a convertirse en algo tan normal para los colombianos, que aunque usen tapabocas se les va a olvidar. Es la misma situación que viven quienes empiezan a usar gafas; de tanto verlas y usarlas, ya conviven en ellas, de tal manera que harán parte de su cuerpo y ya ni cuidado les pondrán.

Va a pasar lo mismo con el coronavirus y por eso se llama “nueva normalidad”; es decir hay que convivir con el virus, y digo convivir para recordarles que tendrán que “autodefenderse” del virus.

Pero la “nueva normalidad” obligará a los ejecutivos departamentales y locales a tocar tierra y saber que la opinión ciudadana los va a juzgar por lo que no han hecho y por lo que falta por hacer.

De 48 meses elegidos en sus cargos, les quedan 40 meses.

Y de los ocho primeros meses, trabajaron seis meses al revés, pues la actividad social, la entrega de mercados, ladrillos y medicinas; la subvención por los
servicios públicos y el auxilio por falta de trabajo que siempre se entregaban al final de los mandatos para garantizar la nueva elección del candidato de sus afectos, ahora fue entregada muy temprano.

La gente va a olvidar todos esos regalos y ahora presionarán a los mandatarios para exigirles empleo, bienestar, educación, salud y techo.

El mundo vive hoy una situación nueva, es verdad.

El ciudadano común y corriente, acostumbrado al diario vivir y al rebusque, reclamará al gobierno el diario vivir y el rebusque el día que no lo pueda conseguir.

Y Colombia no es la excepción.

En adelante hay que usar las mejores armas para irle al gobierno nacional en busca de recursos, pues no se ve a los municipios con la capacidad suficiente para enfrentar el desempleo, para superar el mal estado de salud de los hospitales, para generar fuentes de trabajo, para fortalecer microempresas, para formalizar vendedores ambulantes y para irrigar recursos en forma de préstamos a los comerciantes e industriales que llevan la gran carga de mover la economía.

Duro el panorama que viene para el país.

La pandemia ha desnudado una incapacidad gubernamental que aterra y asusta, pues los gobernantes regionales y municipales se pusieron a depender de las decisiones del gobierno central y eso los enclaustró, los cegó y no hubo imaginación.

Y por otro lado, esa infraestructura tan precaria en materia de comunicaciones, dibujó un retraso tan penoso, que aquel que dijera que tenía cinco gigas era considerado el supermán. Las empresas comercializadoras de internet pasaron penas mayúsculas, pues un computador más que se prenda ahoga las líneas.

Se corren muchos riesgos de revocatoria de mandatos.

Hay gran cantidad de municipios y departamentos muy molestos con la enorme incapacidad demostrada por sus elegidos, que hasta querrán arriesgar por la revocatoria a cualquier precio y no seguir soportando mandatarios inútiles. Esa es la traducción que se le da hoy a la democracia participativa, que no quiere más boletines inflando artificialmente las actividades del ejecutivo, con noticias que no están conformes con la realidad.

No va a ser fácil gobernar los próximos 40 meses.

Los municipios para vivir necesitan impuestos y esos impuestos los pagan los ciudadanos y los ciudadanos no han podido trabajar ni devengar y no se puede ahogar a los ciudadanos pues eso produce parálisis en el ejecutivo municipal o departamental.

Estamos enfrentando una situación pandémica.

Este coronavirus mostrará si los electores votaron para gobernaciones y alcaldías por mandatarios que pueden con ese oficio o si por el contrario terminaron escogiendo vendedores de humo, donde el ciudadano reconoce y ya muy tarde, su grave equivocación.

De allí que lo mejor es decirle a los gobernadores y alcaldes, a quienes se les conoce como los representantes del poder ejecutivo en Colombia, que les llegó la hora de demostrar que realmente son el ejecutivo, es decir, que se hicieron elegir para ejecutar. Pues se requiere que lo hagan.

Lamentablemente para muchos, el coronavirus ha desnudado las enfermedades de muchos mandatarios; incapaces, inútiles, insuficientes, ineficaces, inoperantes y finalmente incompetentes; toda una verdadera pandemia afectando las administraciones, con un pronóstico muy grave para la supervivencia de los departamentos y municipios. Y hay muchos gobernadores y alcaldes afectados por ese tipo de pandemia. Los hay. Basta mirar para los lados.

Punto y aparte: “Las iglesias y los moteles están llenando requisitos para abrir. Se pide paciencia a los fieles y a los infieles”.

@JotaDomnguez3



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