Si hay una obra de infraestructura que varias generaciones del país han vivido, pero también sufrido, no solo en el pasado reciente sino desde varias décadas atrás, esa ha sido la del túnel de La Línea, para cruzar la cordillera Central entre Cajamarca (Tolima) y Calarcá (Quindío), y que hace parte del principal corredor de comercio exterior, al comunicar al puerto de Buenaventura con el centro del país.
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Pero luego de las fuertes vicisitudes de los últimos cinco años, que llevaron a que el contrato del túnel principal (Segundo Centenario) se caducara, el proyecto se frenara y se debieran hacer contratos nuevos en 2018 para reactivar la obra, en menos de 15 días (4 de septiembre) el Gobierno, en cabeza del Instituto Nacional de Vías (Invías), dará al servicio el primer módulo del proyecto.
Esta primera parte la conforman el túnel principal, de 8,65 kilómetros, que pasa a ser el más largo de América Latina; el túnel de rescate, de 8,5 kilómetros, con las 17 galerías que lo conectan con el principal; tres túneles cortos en el sector del Quindío que sumados miden 1,8 kilómetros, cinco puentes o viaductos y 13,4 kilómetros de doble calzada, mediante la habilitación en un solo sentido de la vía existente, entre Cajamarca y Calarcá, para subir el conocido alto de La Línea y descender hacia el Quindío.
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Es decir, quienes vayan hacia el occidente del país deberán continuar subiendo al alto de La Línea. De acuerdo con las cifras del Invías, los costos asociados solamente a la construcción del túnel principal, cuyo contrato se inició en 612.132 millones de pesos, sumaron finalmente más del doble, llegando a 1,43 billones de pesos, incluyendo adiciones de obra como un revestimiento diferente, tribunales de arbitramento, urgencias manifiestas para retomar las obras, adecuaciones y el contrato para la terminación del ducto principal, entre otras.
Pero la inversión total del tramo que entra en servicio en esta primera etapa asciende a los 2,17 billones de pesos, valor que resulta de agregar rubros como la excavación del túnel piloto, su adecuación como túnel de rescate y la compra e instalación de equipos electromecánicos para el funcionamiento de la infraestructura.
Aunque el contrato para la excavación del túnel principal se firmó en 2009, el comienzo real del proyecto se dio con la excavación de un túnel piloto, entre el 2005 y el 2008 (92 años después de que la Ley 129 de 1913 ordenara hacer el primer trazo), cuyo fin fue conocer con mayor precisión las características geológicas e hidrográficas de la montaña, y convencer a los posibles oferentes acerca de la viabilidad de la iniciativa.
Los líos en la obra
Y aunque, según la entidad, para 2009, además de la licencia ambiental, la licitación del túnel tuvo insumos como estudios y diseños de la fase 3, el túnel piloto y otros estudios complementarios como los de geofísica, registros de la época muestran que desde 2014 comenzaron las dificultades y diferencias con el consorcio constructor, al mando del empresario Carlos Collins.
La tensión fue creciendo y en medio de peticiones de plazo para terminar la obra, a finales de noviembre de 2016 el Invías decidió no dar más largas y caducó el contrato.
A juicio del Invías, entre 2010 y 2016 hubo modificaciones contractuales que generaron ciertos beneficios al contratista, porque se le dejó de pagar por hitos terminados y se empezó a hacer por actividades unitarias ejecutadas.
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Y ante el abandono de las obras se hicieron nuevas contrataciones con un nuevo presupuesto, en diciembre de 2018. Esto luego de un proceso en 2017 que también fue difícil porque la primera licitación resultó desierta y al proceso final solo llegó un oferente: el consorcio La Línea (Conconcreto y CSS Constructores).
Pasada esa página, la entidad explica que en los últimos 2 años se hicieron los nuevos contratos para la doble calzada de 30 kilómetros, que mejoran la conectividad Calarcá-Cajamarca, se terminó el túnel principal y se avanza en la construcción de la doble calzada por Tolima y Quindío.
Los beneficios
Según el Invías, las obras faltantes y que son parte del segundo módulo de entrega están tasadas en unos 715.000 millones de pesos, y entre estas figuran 20 túneles cortos y 26 viaductos más las dobles calzadas. Así, todo el proyecto completo para cruzar la cordillera Central sumará un total de 2,88 billones de pesos.
El Invías destaca que con las obras que se entregan el 4 de septiembre, la velocidad del tramo pasará de 18 a 60 kilómetros por hora, el ahorro de tiempo será de 50 minutos, más 850 horas al año por cierres de la vía, una reducción del 100 por ciento de accidentes, 270.000 millones de pesos en costos de operación y logística de transporte al año.
Y cuando la obra esté completa, en abril de 2021, el ahorro en el tiempo total de viaje subirá a 1 hora y 20 minutos.
Henry Cárdenas, presidente de la Federación de Empresarios del Transporte de Carga calcula que para un transportador la reducción de costos puede estar entre el 25 y el 30 por ciento, cifra que incluye desgaste de motores, de las llantas, gasto de combustible y el ahorro logístico. “El puerto de Buenaventura va a ser el más beneficiado porque los tiempos mejoran mucho, la consecución de camiones hacia el puerto va a aumentar y no habrá escasez de vehículos de carga”, indicó al destacar también los beneficios para la economía en general.
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Según el Invías, las obras faltantes y que son parte del segundo módulo de entrega están tasadas en unos 715.000 millones de pesos, y entre estas figuran 20 túneles cortos y 26 viaductos más las dobles calzadas. Así, todo el proyecto completo para cruzar la cordillera Central sumará un total de 2,88 billones de pesos.
El Invías destaca que con las obras que se entregan el 4 de septiembre, la velocidad del tramo pasará de 18 a 60 kilómetros por hora, el ahorro de tiempo será de 50 minutos, más 850 horas al año por cierres de la vía, una reducción del 100 por ciento de accidentes, 270.000 millones de pesos en costos de operación y logística de transporte al año.
Y cuando la obra esté completa, en abril de 2021, el ahorro en el tiempo total de viaje subirá a 1 hora y 20 minutos.
Henry Cárdenas, presidente de la Federación de Empresarios del Transporte de Carga calcula que para un transportador la reducción de costos puede estar entre el 25 y el 30 por ciento, cifra que incluye desgaste de motores, de las llantas, gasto de combustible y el ahorro logístico.
“El puerto de Buenaventura va a ser el más beneficiado porque los tiempos mejoran mucho, la consecución de camiones hacia el puerto va a aumentar y no habrá escasez de vehículos de carga”, indicó al destacar también los beneficios para la economía en general.
ÓMAR AHUMADA ROJAS
Subeditor de Economía y Negocios