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Los empleados en cuarentena y sus empresas en las UCI | Economía

Los empleados en cuarentena y sus empresas en las UCI | Economía

por Redacción BL
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La sabiduría convencional siempre nos ha advertido sobre los riesgos de atender solo lo urgente y descuidar lo importante. Por hacerlo se asumen graves riesgos en el largo plazo. Pero ¿qué pasa cuando lo urgente se vuelve trascendente?

Esta es la condición en la que esta crisis del coronavirus ha puesto a miles de empresas y a sus colaboradores; las primeras, no han podido seguir desarrollando su objeto social; y los segundos, están ad-portas de perder sus empleos.

Más aún, cuando se trata del grueso de las unidades productivas, como es el caso de las mipymes, los riesgos adquieren la condición de catastróficos. En efecto este grupo constituye la inmensa mayoría de las compañías y además generan la gran parte del empleo formal. Así que la magnitud del problema que representaría su desaparición podría adquirir las condiciones de un tsunami económico.

Cuando a las empresas se les suspende su fuente de alimentación, los ingresos de sus ventas y aun así deben cumplir con el pago de sus obligaciones con terceros, se presenta una situación similar a la de un paciente que ha sufrido una herida que le causa una hemorragia, que si no se detiene, causará su muerte. De manera urgente se debe internar en una Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). Allí están disponibles los dispositivos que monitorean sus signos vitales y entregan los indicadores de la evolución de su estado de salud necesarios para orientar las prescripciones de los galenos.

Igual pasa con las empresas. En estos momentos de crisis, deben tener acceso a fuentes confiables de información, que muestren las perspectivas de sus disponibilidades de caja y las de los requerimientos de desembolsos, para guiar las acciones de los empresarios. Sus posibilidades de sobrevivencia dependen del equilibrio entre su disponibilidad de recursos financieros y el monto de sus obligaciones. Solo cuando las primeras exceden el monto de los desembolsos se puede preservar la normalidad de los flujos financieros. Pero eso no significa que la empresa tenga asegurada su sobrevivencia. Todo lo contrario. Si sus disponibilidades de liquidez están alimentadas por recursos que se han adquirido como préstamos, su solvencia es solo aparente. Es posible que su sobrevivencia esté seriamente amenazada. Los indicadores que muestran los flujos de caja no son una guía confiable para la toma de las decisiones acertadas.

En efecto, los empresarios deben empezar por reconocer que los desembolsos han cambiado su naturaleza. Ya no son las erogaciones, que se hacen en el curso normal de sus operaciones, a la espera de unos ingresos que los compensen en el corto plazo; ahora, son pérdidas en las que se debe incurrir para preservar la vigencia de la empresa. Estas pérdidas, en realidad, son inversiones que deben ser financiadas con aportes adicionales de patrimonio. Al igual que en el caso del paciente con hemorragia, sus oportunidades de sobrevivir dependen de su disponibilidad de sangre. En el caso de las empresas, el futuro de estos negocios depende de los montos de patrimonios que, para las mipymes, son relativamente bajos.

Eventualmente pueden recurrir a las transfusiones en forma de empréstitos. Pero, la fragilidad de sus finanzas obstaculiza el acceso a estas fuentes de financiación. En el mejor de casos, se adquieren recursos que permiten seguir cumpliendo con el pago de las obligaciones; pero a cambio de incrementar la hemorragia con los compromisos del pago de los empréstitos con sus respectivos intereses.

Es claro que, sea con dineros propios o prestados, mientras esté suspendida la generación de recursos estas erogaciones son pérdidas que disminuyen el patrimonio. Cuando éstas sobrepasen al 50 por ciento del patrimonio, los empresarios deben reconocer que han incurrido en una causal de disolución que no se puede resolver con endeudamientos adicionales sino solo con recursos patrimoniales. La ayuda que se requiere es la que permita a los empresarios hacer aportes adicionales de patrimonio para cubrir las pérdidas ocasionadas por la crisis.

Ya conocemos un antecedente. Hace un tiempo todos los ciudadanos fuimos llamados a colaborar pagando un impuesto «temporal» a las transacciones financieras. Esos recursos se destinaron a financiar aportes adicionales de patrimonio en los bancos que vivían una condición similar. Todos conocimos y aún sufrimos, las consecuencias de este anti técnico impuesto que ahora es permanente y mayor que el inicial. Veremos ahora cuál será la respuesta cuando se trata de ayudar a una multitud de mipymes que necesitan, si o si, ayuda e inyección de recursos urgente.

En conclusión, es urgente que todas estas empresas salgan de las UCIs. Las hemorragias que sufren no se pueden resolver solo con líneas de crédito blandas. Hay que identificar cuáles de las múltiples obligaciones de desembolsos para el Estado pueden ser reducidas o suspendidas temporalmente.

Lo urgente se volvió trascendente.

Alfredo Ceballos Ramírez
Presidente y Fundador de Iara Consulting Group.
Doctor en Estrategia y Dirección General de Harvard University

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