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Unión Panamericana, pueblo de Chocó en crisis por coronavirus – Otras Ciudades – Colombia

por Redacción BL
Unión Panamericana, pueblo de Chocó en crisis por coronavirus - Otras Ciudades - Colombia

“Administrar pobreza es muy difícil”.

Con estas escasas palabras Óscar Rengifo, alcalde de Unión Panamericana, un pequeño pueblo clavado en el corazón del Chocó, relata la angustia de un temeroso poblado donde creían que a sus olvidadas tierras jamás llegaría el covid-19.

Tanto así que, reconoce Rengifo, no muchos habitantes del pueblo se tomaron en serio la cuarentena y siguió por varios días el jolgorio y la alegría que caracteriza a los chocoanos. Pero se estaban equivocando.

En los listados diarios del Ministerio de Salud, siempre lúgubres y preocupantes, empezó a aparecer desde el 26 de abril el nombre de Unión Panamericana, hoy en día este pueblo tiene tres decesos por covid-19 que ahora sí los confinó en sus casas. Una persona más se recupera de la enfermedad y está aislada.

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Al lado de Quibdó, capital del departamento, son los únicos municipios de este territorio donde hace presencia este coronavirus. Son vistos, cuenta el alcalde, como los ‘bichos raros’ por sus vecinos de Tadó e Itsmina.

Visitar estos pueblos es prácticamente obligatorio para los panamericanos. Su municipio tiene poco comercio, no hay grandes supermercados ni bancos, por lo que cada vez que requieren mercar o hacer una diligencia bancaria recurren a sus vecinos, ambos a no más de 30 minutos en carro.



A través de cabinas de desinfección, la alcaldía trata de enfrentar el covid-19.

Foto:

Alcaldía de Unión Panamericana

Sin embargo, ser los únicos con covid-19 en el departamento les generó una especie de marca invisible. Ser de Unión Panamericana, dice Rengifo, es visto de mala manera por los vecinos, quienes ya les han hecho saber que no los quieren ver en sus tierras ante la posibilidad de que les lleven la enfermedad.

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En Unión Panamericana, un pueblo que alcanza un 98 por ciento en el índice de pobreza multidimensional, vivir es complicado.

Rengifo cuenta que, en Ánimas, como llaman al casco urbano, las familias son numerosas y viven más de cinco personas en una casa donde solo hay dos habitaciones y un baño, por lo que si deben aislar a alguien por contagio no hay cómo hacerlo.

La gente no cree lo que está ocurriendo. Todos tienen temor, es inevitable. Se requiere ayuda psicosocial para la gente

En el poblado no hay agua potable y su centro de salud, administrado por la IPS Humsalud, está desprovisto de todo lo que se necesita para atender una crisis como la actual, no hay ni un solo respirador ni mucho menos unidad de cuidados intensivos. Su personal de salud es de dos médicos, nueve auxiliares de enfermería, un bacteriólogo y un auxiliar.

Los muertos

Ante la imposibilidad de atender pacientes que llegan al centro de salud en condiciones delicadas, los panamericanos son trasladados a Quibdó o Itsmina, donde hay hospitales de mayor complejidad.

El primer deceso de un panamericano por covid-19 se hizo público el 26 de abril. La víctima fue una mujer de 46 años, con enfermedad pulmonar obstructiva crónica y dependiente de oxígeno.

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Según Rengifo, la mujer había llegado hacía unas semanas de Medellín y se le acabó la bala de oxígeno. Ante la dificultad de conseguir una nueva fue llevada al centro médico del municipio y luego llevada a Quibdó, donde finalmente falleció luego de días internada. Tras su deceso se conoció que padecía coronavirus, aunque se desconoce cómo se contagió.

Unión Panamericana

Unión Panamericana solo cuenta con dos médicos.

Foto:

Alcaldía de Unión Panamericana

La siguiente víctima fue un hombre de 63 años, de la comunidad indígena San Rafael, a quienes sus allegados llevaron hasta el hospital de Itsmina, donde salió positivo por covid-19 en una prueba rápida y murió el dos de mayo.

Un día después un hombre de origen venezolano, de 66 años, con asma, diabetes, insuficiencia renal crónica, enfermedad coronaria y tabaquismo, fue trasladado a Itsmina y de allí a Quibdó, donde murió en la madrugada del 3 de mayo. Su padecimiento de coronavirus solo se confirmó tras dos días de su muerte.

La tasa de letalidad en el municipio es del 75 por ciento,
según lo revelado por el INS, una de las más altas del país, teniendo en cuenta que, de cuatro casos registrados, tres contagiados han fallecido en un pueblo que no tiene más de 10.000 habitantes.

El dato es crudo. Para Adriana Pacheco, directora del doctorado en Salud Pública de la Universidad del Bosque, los fallecidos presentaban unas comorbilidades por las que estuvieron más predispuestos para que el covid-19 desarrollara una fase más agresiva en ellos.

La experta manifiesta que lo que ocurre en Unión Panamericana es una clara muestra de cómo el covid-19 acrecienta o deja ver la inequidad social y en salud. En el municipio, por ejemplo, hay 0.20 médicos por cada mil habitantes, mientras que el promedio nacional es de 1.5, una cifra bajísima para la atención de las personas.

Agrega, también, que se debe preguntar si las medidas de prevención se están cumpliendo, teniendo en cuenta que solo la infraestructura hospitalaria es deficiente y, por la escasez de recursos, muchas familias quizá no tienen para comprar jabón, a lo que se suma que el agua no es potable.

“Per se, por la capacidad instalada, no hay cómo hacer todo lo que requiere, lo que va marcando la diferencia entre una persona que se enferma allá y otra, por ejemplo, en Bogotá o incluso Quibdó”, explica. Pachecho agrega que se deben buscar las maneras de fortalecer el recurso humano en salud para esta población.

El miedo

“Mi sobrino ya está muerto, no hay nada que hacer”, dice un familiar del venezolano muerto por coronavirus en Unión Panamericana.

En este poblado, los habitantes poco quieren que se les relacione con la enfermedad, pues tener un familiar contagiado o vivirla en carne propia sería cargar la cruz del estigma.

Quienes han estado alrededor del positivo no quieren que les tomen las muestras porque temen que salga positivo

El alcalde Rengifo cuenta que en su municipio las personas que tienen gripa o algún síntoma del coronavirus evitan a toda costa ir al médico por temor a que los tipifiquen como covid-19, un título que les genera total zozobra.

Sin embargo, dice el alcalde, lo que esto genera es aumentar la incertidumbre médica en el municipio.

“La incertidumbre es inmensa. Quienes han estado alrededor del positivo no quieren que les tomen las muestras porque temen que salga positivo. También piensan que la alcaldía tiene que estar entregando ayudas humanitarias o alimentarias cada día, pero no se puede, no hay cómo”, comenta Rengifo.

Los recursos en el municipio son limitados, pues son de sexta categoría, por lo que apenas han alcanzado a entregar unos 500 mercados a los habitantes, quienes piden ayudas a gritos, pues la pandemia les llegó en un momento donde abandonaban la minería artesanal de oro para hallar otras formas de empleo.

Las actividades agrícolas, que se pensaban como una salida, quedaron descartadas debido a que los terrenos que se creían fértiles están devastados producto de la actividad minera a cielo abierto que por décadas se realizó.

“La gente no cree lo que está ocurriendo. Todos tienen temor, es inevitable. Se requiere ayuda psicosocial para la gente”
, añade Rengifo.

A Rengifo no solo le preocupa la letalidad implacable que ha tenido el covid-19 en su pueblo, también que las condiciones de Unión Panamericana son propicias para las enfermedades respiratorias y la gente le teme a practicarse las pruebas. Solo conoce que los trabajadores de la IPS fueron testeados y el conductor de la ambulancia que trasladó a la primera víctima resultó positivo.

“A nadie más en el municipio se le han hecho muestras. Conseguir las pruebas es muy difícil. No sabemos cuántos contagios puede haber en el municipio. Tenemos incertidumbre”, puntualiza Rengifo, quien pide ayudas urgentes para su pueblo.

CRISTIAN ÁVILA JIMÉNEZ
Redactor de NACIÓN
EL TIEMPO

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